lunes, 11 de noviembre de 2013

Las campanas de 1915, obra del taller de Moisés Díez Palencia


Campana sur o mayor, de 1915.
Fundidas en 1915, las dos actuales campanas de la iglesia parroquial de Cenizate se encuentran ya próximas a cumplir su primer centenario de existencia. El citado año y otros datos relativos a su fundición se encuentran señalados en sendas inscripciones legibles en ambas campanas. Así, en la campana menor, orientada al poniente, se lee la siguiente epigrafía:

"JESÚS, MARÍA Y JOSÉ
MOISÉS DÍEZ PALENCIA
AÑO 1915
1863-A"


En la campana mayor, orientada al sur, se inscribe, igualmente, un texto similar, en el que se expresan la advocación de la campana, el nombre de su fundidor, el año de fabricación y una enigmática clave, consecutiva a la anterior:

"INMACULADA CONCEPCIÓN
MOISÉS DÍEZ PALENCIA
AÑO 1915
1864-C"


Campana menor o de poniente, de 1915.
Junto con las epigrafías, ambas campanas presentan una curiosa decoración a base de cordones, cenefas con motivos vegetales y crucifijo en bajorrelieve.


LA SUPUESTA REFUNDICIÓN LOCAL DE LAS CAMPANAS A PRINCIPIOS DEL SIGLO XX. Según informes orales, que no hemos podido corroborar en fuente escrita alguna, a principios del siglo XX la campana más pequeña de la torre se descolgó y vino a caer a la plaza sin causar daños personales, aunque, al parecer, quebrándose y quedando inutilizada para su uso. A consecuencia de este accidente, se determinaría refundir las campanas existentes, labor que, al parecer, hubo de realizarse en los terrenos del antiguo horno de las Ánimas, sito a espaldas del Ayuntamiento de nuestra población. Fruto de esta supuesta refundición serían las dos citadas campanas existentes en nuestra iglesia.

UNA OBRA DEL TALLER PALENTINO DE MOISÉS DÍEZ. Sin embargo, por las citadas inscripciones de sendas campanas, sabemos que ambas son obra del conocido taller de Moisés Díez Santamaría, cuya fábrica de relojes de torre y fundición de campanas, sita en Palencia, desarrolló su labor durante el primer tercio del pasado siglo XX.

La Lectura dominical, 1912.
De hecho, las leyendas inscritas en nuestras campanas siguen un modelo característico en las inscripciones de este taller: a continuación del nombre de la campana y de la marca de fábrica “MOISÉS DÍEZ PALENCIA”, se expresa el año de fundición y la habitual clave numérica.

Esta clave consta de una cifra, en primer lugar, y de una letra a continuación: la cifra indicaría el número de serie de la campana mientras que la letra señalaría el tipo de campana A, B, C, etc. Así, nuestras campanas serían los números 1.863 y 1.864 en la serie de producción de la fábrica de Moisés Díez, correspondiendo una de ellas al modelo A y otra al C de su catálogo.

Esta clave grabada en nuestras campanas revela, seguramente, que son obra de una producción seriada en el taller palentino y, por lo tanto, contradice las noticias orales según las cuales ambas campanas fueron fundidas en nuestra población.

La Lectura dominical, 1905.
En la base de datos de los campaneros de la Catedral de Valencia  http://campaners.com/php/fonedors.php se catalogan unas 74 campanas elaboradas por el taller de Moisés Díez entre 1902 y 1929. La producción de este campanero palentino se repartió por toda la geografía nacional, ya que se registran campanas en Castilla y León, Aragón, Asturias, Cantabria, País Vasco, Cataluña, Comunidad Valenciana, Baleares, Murcia y Andalucía. Incluso algunas campanas fueron servidas a países hispanoamericanos como Venezuela o Chile. No figura en este inventario, curiosamente, ninguna campana de Castilla-La Mancha.

Alguna de las obras más importantes de su producción fueron, por ejemplo, la campana llamada “La Bomba” de la catedral de Zamora (1908) y las campanas del edificio de Tabacalera de Valencia (1912). Del mismo año de fundición que nuestras campanas, 1915, se cataloga una campana de la iglesia de San Isidoro el Real (Oviedo).

La lectura dominical, 1910.
LA CAMPANA MAYOR DE 1814 Y LA CAMPANILLA DE SAN ESTEBAN. Junto a estas líneas reproducimos algunos de los reclamos publicitarios de la fábrica de Moisés Díez en la revista madrileña “La Lectura dominical” durante los años 1905-1912. En esta publicidad comercial, se insistía una y otra vez en que el precio del producto podía abaratarse en el caso de aprovechamiento del metal de antiguas campanas.

Para contrarrestar la posible competencia de fundidores ambulantes, en estos casos de refundiciones de campanas rotas o antiguas, la compañía ofrecía hacerse cargo de los gastos de porte de ida y vuelta. Incluso llegaba a garantizar que, si el cliente lo deseba, las campanas serían refundidas exclusivamente en su antiguo metal, sin mezcla o añadido de ningún otro.

Por otro lado, alternativamente, la compañía también ofrecía a sus clientes la posibilidad de entregar las antiguas campanas en el momento de recibir las campanas de nueva fundición, restando al precio de éstas el valor del metal antiguo.

Ignoramos en qué condiciones fueron encargadas por la iglesia de Cenizate las campanas de 1915 al fundidor Moisés Díez.

Campana del poniente restaurada en 2006.
Asimismo, desconocemos cuáles serían con exactitud las campanas antiguas sustituidas en aquella ocasión. No obstante, podemos suponer que, entre las campanas existentes previamente a esta renovación de 1915, debía encontrarse la campana mayor de 1814, realizada por el maestro campanero de Yecla, Cayetano Rosas. Igualmente, debía encontrarse en el campanario antes de 1915, la llamada “campanilla de San Esteban”, inventariada en el libro de contabilidad de la ermita de este santo en 1722 y trasladada a la torre de la iglesia parroquial en 1834.

LA RESTAURACIÓN DE LA CAMPANA MENOR EN 2006. No tenemos noticia de que las campanas de 1915 hayan sufrido alteración o expolio alguno en su ya casi centenaria presencia en el campanario de nuestra iglesia.

En octubre de 2005, la carcomida melena de la campana menor o de poniente se quebró, quedando esta campana en una posición inestable y con riesgo de inminente caída. En vista del acuciante peligro, se procedió urgentemente a su descenso por medios mecánicos y, unos meses después, a finales de marzo de 2006, la campana fue repuesta en su anterior ubicación con un nuevo yugo o armazón de madera.

jueves, 19 de septiembre de 2013

D. Alonso Núñez de Haro y Peralta (1729 -1800), arzobispo de México

Retrato nº 1: D. Alonso Núñez de Haro.
El más preclaro descendiente de nuestra población nació, en realidad, en Villagarcía del Llano (Cuenca) el 31 de octubre de 1729, hijo de García Núñez de Haro, natural de Cenizate (Albacete), y de Ana María de Peralta y Oñate, natural de Quintanar del Rey (Cuenca). Sacerdote políglota y de vasta cultura, fue arzobispo de México durante cerca de 28 años, desde 1772 hasta su muerte; y virrey de la Nueva España durante un breve período de tres meses en 1787. En 1792 el rey Carlos IV lo condecoró con la Gran Cruz de la Orden de Carlos III. Murió a la edad de 70 años en la Ciudad de México el 26 de mayo de 1800.

ORÍGENES FAMILIARES. D. Alonso Núñez de Haro y Peralta descendía de familias de hacendados procedentes de Cenizate y Quintanar del Rey, por vías paterna y materna respectivamente.

Casa del Arzobispo en Villagarcía del Llano.
En el libro de bautismos de la iglesia de Cenizate correspondiente al período 1614-1713, se halla, en efecto, inscrita la partida bautismal de García Núñez de Haro, nacido el 28 de enero de 1691, hijo de Pedro Núñez Garrido e Isabel de Haro Grimaldos. [1]

En las Respuestas de Cenizate al cuestionario del geógrafo Tomás López, en 1786, se señalaba a este respecto que: “los Padres y Ascendientes del Señor Arzobispo de Méjico son de este Lugar, los que viven en villa Garcia de Cuenca, en donde a Nacido dicho Señor Arzobispo actual, y su Hermano Don García de Aro, Corregidor actual de Yniesta”. [2]

Iglesia parroquial de Villagarcía del Llano.
En un testamento de Villagarcía de Haro en 1753, la otorgante Mariana de Haro y Peralta se declaraba “hija lexítima de don Garzía Núñez de Haro y de doña Ana María de Peralta; aquel natural del lugar de Zenizate y ésta de la villa del Quintanar, ambos vezinos desta villa de Villagarzía y en la que tienen su domizilio”. [3]

Según los documentos citados, del matrimonio entre García Núñez de Haro y Ana María de Peralta nacieron, al menos, los tres hijos referidos: nuestro protagonista y sus hermanos García, corregidor de Iniesta, y Mariana, cuyo testamento acabamos de citar. En Villagarcía del Llano se conserva la llamada “Casa del arzobispo”, domicilio familiar de los padres de D. Alonso Núñez de Haro.

Retrato nº 2 de Núñez de Haro.
Según  el historiador conquense Torres Mena, en el período 1790-1796 el arzobispo Núñez de Haro promovió a sus expensas la obra de una nueva iglesia parroquial en su población natal, a estilo de la catedral de México en miniatura. [4]

EDUCACIÓN E INICIOS DE SU CARRERA. Suponemos que en sus primeros años contaría con la tutela del cura de Villagarcía del Llano, D. Pedro Núñez Garrido, personaje vinculado familiarmente a nuestro protagonista, de quien nos consta que fundó en Cenizate una llamada “Pía memoria de la escuela”. [5]

En años posteriores, debió gozar de la tutela e instrucción del obispo de Maxulea y obispo auxiliar de Toledo, D. Andrés Núñez Monteagudo, natural de Villamalea y, según algunos documentos, “tío” del futuro arzobispo de México. D. Andrés Núñez Monteagudo fue obispo auxiliar de Toledo desde 1739 hasta su fallecimiento en 1761. [6]

Retrato nº 3 por José de Páez.
Posteriormente, D. Alonso Núñez de Haro estudió filosofía y teología en la universidad de Toledo, además de las lenguas hebrea, caldea, griega, latina, italiana y francesa. Tras recibir la borla de doctorado a la edad de 18 años, ingresó en el Real Colegio Mayor de San Clemente de los Españoles en Bolonia, donde concluyó sus estudios teológicos, siendo posteriormente catedrático de Sagradas Escrituras y rector del mismo colegio.

En virtud de sus méritos, el Papa Benedicto XIV (1740-1758) dio cartas de recomendación dirigidas al infante D. Luis de Borbón y Farnesio, arzobispo de Toledo, “con particulares elogios de la gran Instrucción y Literatura de un Joven que a la sazón contaba solos veinte y tres años de edad”. [7]

Retrato nº 4 de Núñez de Haro.
Con estos avales, pudo ejercer como catedrático en la universidad de Ávila y como canónigo en Segovia, entre otros cargos menores. Los inicios de su carrera eclesiástica distaron de ser fulgurantes, como acertadamente  observa el historiador Paniagua Pérez: “(…) algunos prelados con espíritu ilustrado tuvieron problemas en su carrera eclesiástica. Así, por ejemplo, a Núñez de Haro no se le concedió una canonjía en Toledo a pesar de la petición de Benedicto XIV, como tampoco la de magistral de Cuenca y, sólo en 1756, se le dio una canonjía en Segovia, desde donde saldría para ser arzobispo de México en sustitución de Lorenzana”.  [8]

ARZOBISPO DE MÉXICO. Debido a sus destacadas virtudes, ya en 1771 fue propuesto al rey Carlos III para que se hiciera cargo del arzobispado de la Nueva España, nombramiento que recibió el día 12 de septiembre de 1772, ocupando, así, la sede episcopal que había dejado vacante D. Francisco Lorenzana (1722-1804) al ser designado cardenal de Toledo. 

Retrato nº 5: Núñez de Haro virrey.
Como arzobispo de México, Núñez de Haro fundó la Casa de Niños Expósitos del Señor San José, el Convento de Capuchinas en Guadalupe, el Seminario de Tepozotlán, el Hospital de San Andrés, etc. Asimismo, reformó varias órdenes religiosas, sujetándolas a normas más estrictas de clausura, e impulsó la terminación de la Capilla del Pocito en Guadalupe y las obras de la Catedral Metropolitana en la Ciudad de México.

La labor del arzobispo Núñez de Haro se ajustó a la norma de actuación mostrada por los prelados americanos ilustrados de su época, según la formulación del mencionado historiador Paniagua Pérez: “casi todos los prelados americanos nombrados durante el reinado de Carlos III tuvieron en común el deseo de una mejora de la sociedad (…) En sus diócesis trataron de mejorar las infraestructuras, de desarrollar la actividad económica, de potenciar la beneficencia y la educación, de formar a su clero, de fomentar la vida misional…, es decir, de desarrollar sus territorios en todos los sentidos”. [9]

Retrato nº 6 de Núñez de Haro.
LA CONDENA DE FRAY SERVANDO TERESA DE MIER. Un conocido episodio del arzobispado de Núñez de Haro fue provocado por el famoso sermón que fray Servando Teresa de Mier pronunció el 12 de diciembre de 1794, día de la festividad de la virgen de Guadalupe, en el cual, a presencia del virrey Revillagigedo y autoridades, se pretendía demostrar que el culto a la virgen de Guadalupe era prehispánico y no había, por lo tanto, motivos para agradecer a España la implantación de la fe cristiana en México. 

En un edicto de condena a Teresa de Mier, dado en marzo de 1795, Núñez de Haro declaraba “por falsa, apócrifa, impía e improbable la Historia de la Imagen de NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE que predicó el citado P. Mier, y que por tanto contiene su Sermón una doctrina escandalosa…”.

Carta pastoral de 1777.
En castigo por haber pronunciado semejante sermón, el arzobispo Núñez de Haro acusó a Teresa de Mier de herejía y blasfemia ante el Santo Oficio y le condenó a diez años de exilio en el convento dominico de Las Caldas (Cantabria). Además, fray Servando fue desposeído de su grado de doctor e incapacitado a perpetuidad para el ejercicio de la enseñanza, sermones o confesiones.

Posteriormente, escapó el sancionado fraile del convento de Caldas pero fue capturado y nuevamente encarcelado en el convento de San Francisco de Burgos. La tesis de su sermón fue revisada por teólogos de la Inquisición, quienes determinaron que no hubo blasfemia ni herejía; sin embargo, las influencias ejercidas por el arzobispo Nuñez de Haro impidieron su absolución. Ya en 1801 hubo de escapar por segunda vez y refugiarse en Francia. La historia del indómito Teresa de Mier habría de continuar con sus novelescos giros que trascienden ya del ámbito de nuestro artículo. 

El escritor uruguayo Eduardo Galeano (1940) en un texto titulado “El fraile que se fugó siete veces”, recogido en la entrada correspondiente al “14 de diciembre” en su obra "Los hijos de los días" (2011), resume la persecución de que fue objeto fray Servando por parte de Núñez de Haro con las siguientes palabras:

Constitución de Casa de Expósitos en 1775.
 “En 1794, el arzobispo de México, Alonso Núñez de Haro, firmó la condenación de fray Servando Teresa de Mier. En el aniversario de la visita de la Virgen María a tierras mexicanas, fray Servando había pronunciado un sermón, ante el virrey, el arzobispo y los miembros de la Real Audiencia. Más que sermón, un cañonazo. Fray Servando se había atrevido a afirmar que no había casualidad ni coincidencia: la Virgen María era la diosa azteca Tonantzin, (…). Por haber cometido escandalosa blasfemia, fray Servando fue despojado de su título de doctor en filosofía y se le prohibió, a perpetuidad, enseñar, recibir confesiones y pronunciar sermones. Y fue condenado al destierro en España. A partir de entonces, siete veces estuvo preso y siete veces se fugó, peleó por la independencia mexicana, escribió las más feroces y divertidas calumnias contra los españoles y también escribió serios tratados sobre el proyecto de república, libre de ataduras coloniales y militares, que él proponía para cuando la nación mexicana fuera dueña y señora de sí”.

VIRREY DE LA NUEVA ESPAÑA. El 8 de mayo de 1787, sabida en la corte la muerte del virrey Bernardo de Gálvez, acaecida el 30 de noviembre anterior, D. Alonso Núñez de Haro fue nombrado virrey interino de la Nueva España, cargo que ocupó hasta el 16 de agosto del mismo año, en que llegó a la Ciudad de México el nuevo virrey Manuel Antonio Flores. 

Sermones escogidos de 1806.
Su breve ejercicio del cargo habría de merecer un juicio positivo a los historiadores del gobierno virreinal de México: “El efímero gobierno del Arzobispo Núñez de Haro fue a placer de todos, pues se condujo con prudencia como fino cortesano y caballero que era”. [10]

En 1792 fue condecorado con la Gran Cruz de la Real Orden de Carlos III, con la que sería retratado en múltiples ocasiones. Falleció en 1802 a la edad de 70 años y después de casi tres décadas de largo pontificado mexicano. Según los testimonios de la época, sus exequias se celebraron con pompa y aparato virreinal. 

OBRA LITERARIA. El arzobispo Núñez de Haro dio a la imprenta mexicana numerosas cartas pastorales, pláticas, edictos, providencias, sermones, etc

Sus numerosas cartas y edictos pastorales versaron sobre variados asuntos doctrinarios y organizativos de la diócesis, tales como el sacramento de la confirmación, la visita pastoral a los pueblos, las obligaciones cristinas con Dios y con el rey, medidas contra especulación y usura, etc. En ocasiones, sus edictos trataban sobre aspectos sanitarios de la vida diocesana: sobre “la operación llamada parto cesáreo”, sobre la epidemia de viruelas, etc.

Relación de las exequias de 1802.
En 1775 publicó las Constituciones de la Real Casa de Niños Expósitos; en 1777 las Constituciones del Seminario de Tepozotlán; en 1795 su ya mencionado edicto de condena al sermón predicado por fray Servando Teresa de Mier, etc. 

A su muerte, se publicó en México en 1802 una Relación de la fúnebre ceremonia y exequias de Don Ildefonso Núñez de Haro y Peralta …, con diversos panegíricos, sermones y composiciones poéticas diversas dedicadas a la memoria del finado arzobispo. Posteriormente, en Madrid, en 1806, se publicaron en tres tomos sus Sermones escogidos, pláticas espirituales y cartas pastorales, anteriormente impresas en México.

RETRATOS. Conocemos numerosas pinturas y grabados representando a nuestro personaje, algunas de estas obras de notable calidad y destacada importancia en la evolución de la pintura novohispana

Retrato nº 7con la Virgen de Guadalupe.
Retrato nº 1: En el primero de estos lienzos, Núñez de Haro está representado de medio cuerpo, vistiendo sobrepelliz blanca y capa roja. De su cuello penden rica cruz pectoral y banda azul y blanca con Gran Cruz de la Orden de Carlos III. Con su mano izquierda bendice y con la derecha sostiene el báculo. A su izquierda se aprecia la mitra episcopal. Debajo del cuadro, en una cartela se lee la inscripción siguiente: “EL EXMO. E ILLMO. S. D. D. ALONSO NUÑEZ DE HARO, Y /  Peralta. Dignisimo Arzobispo de esta Sta. Metropolitana Iglesia de México, del Consejo de S. M. / Cavallero Gran Cruz de la Real y distinguida Orden Española de Carlos III e Ynterino Virrey Gover- / nador y Capitan Gral. de esta N. E. y Presidente de su Real Audiencia y Chancillería de esta Corte. Vice Pro- / tector de esta Real Academia de S. Carlos. Juró dhos. empleos dia 8 de Mayo de 1787 hasta 16 de Agosto del mismo año”.  

Esta obra, al igual que los dos siguientes retratos, se conserva en el Museo Nacional del Virreinato en Tepozotlán (México). Las tres obras podrían datarse en fechas posteriores a 1792, ya que éste fue el año en que Núñez de Haro recibió la condecoración mostrada en todas estas imágenes.

Retrato nº 8: Glorificación de la Inmaculada, 1774.
Retrato nº 2: El segundo de estos cuadros representa al arzobispo de cuerpo entero con similares vestimentas y fondo que en el caso anterior, con la única diferencia de que su mano izquierda sostiene unos papeles.

Retrato nº 3: Obra firmada por el pintor mexicano José de Páez (1720-1790). El arzobispo aparece de cuerpo entero, en actitud de bendecir con su mano derecha, mientras que en la izquierda sostiene un bonete. El fondo está compuesto por puerta de vidrios azules, mesa dorada, estanterías con libros, etc. A la derecha, en una cartela ovalada se lee una inscripción con datos biográficos del personaje. 

Retrato nº 9 de Núñez de Haro.
Retrato nº 4: En la página web de la casa de subastas Christie’s hemos localizado otro retrato del arzobispo atribuido a un seguidor de José de Páez. [11]

Retrato nº 5: Obra perteneciente a la serie de retratos virreinales. Núñez de Haro, de medio cuerpo, ataviado de alba blanca bajo capa morada ribeteada en rojo, con la mitra arzobispal al fondo, sostiene un documento en su mano derecha. El rostro del virrey no parece estar resuelto con la misma calidad que las manos y la rica cruz con pedrería sobre su pecho. La obra se fecha en 1787 y se conserva en el Museo Nacional de Historia de México.

Retrato nº 6: Retrato de medio cuerpo, similar en actitud y fondo a la obra de José Páez mencionada anteriormente, si bien con la diferencia de que, en este caso, la Gran Cruz de la Orden de Carlos III ha sido sustituida por una cruz menos ostentosa. Al parecer, en la iglesia parroquial de Villagarcía del Llano se conserva una copia de este retrato.  

Retrato nº 10 por Ximeno y Planes.
Retrato nº 7: Retrato del arzobispo D. Alonso Núñez de Haro y del abad José Félix Colorado bajo protección de la Virgen de Guadalupe, obra del pintor Ramón Torres. Conservado en el Museo de la Basílica de Guadalupe. En esta representación, la figura del arzobispo es exactamente igual a la considerada en el retrato anterior.

Retrato nº 8: La obra “Glorificación de la Inmaculada” data de 1774 y fue realizada por el pintor tardobarroco Francisco Antonio Vallejo (1722-1785). La pintura conmemora la gracia que el monarca Carlos III había recibido del Papa Clemente XIV para incorporar la advocación de “Inmaculada” a la Virgen María. En un plano superior, rodeada de una apertura de gloria y santos tutelares, la figura de la Virgen marca un eje vertical que divide la escena inferior en dos partes: el poder político, representado por el monarca Carlos III y el virrey don Antonio María de Bucareli a la derecha, y el eclesiástico, personificado por el Papa Clemente XIV y el arzobispo Núñez de Haro a la izquierda, todos ellos de rodillas y mostrando su devoción. Se conserva en el Museo Nacional de Arte de México.

Retrato nº 11 por José Maea.
Retrato nº 9: Retrato conservado en la Catedral Metropolitana de México, en el que se aprecia al arzobispo Núñez de Haro, con la Gran Cruz de la Orden de Carlos III, entregando libros a jóvenes ataviados con túnicas de color rojo. 

Retrato nº 10: En la Biblioteca Nacional de España se conservan dos grabados de Núñez de Haro. El primer grabado representa al arzobispo con la mano izquierda sobre un libro y la derecha sosteniendo papeles. Al fondo se ve una estantería con libros. Es obra dibujada por el pintor Rafael Ximeno y Planes (1759-1825) y grabada en México en 1798 por el grabador José Joaquín Fabregat (1754-1807). 

Retrato nº 11: El segundo grabado presenta un medallón ovalado con el busto del arzobispo, enmarcado por lazo, símbolos y leyenda latina del Eclesiastés: Adeptus est gloriam in conversatione gentis. Eccli. Cap. L. V. 5”. Fue dibujado por el pintor José Maea (1760-1826) y grabado por José Castro en Madrid en 1806.

HERMANOS Y SOBRINOS. La hermana del arzobispo, Dª Mariana de Haro y Peralta, falleció sin descendencia poco después de otorgar sus referidas últimas voluntades de 1753. De esta forma, la saga familiar de nuestro protagonista sólo pudo continuar con los descendientes de su hermano García Núñez de Haro. [12]

Consta en la documentación de la época este hermano de D. Alonso Núñez de Haro ocupando diversos cargos administrativos como: corregidor y justicia mayor en la villa de Albacete en 1771; corregidor de Iniesta en 1786; miembro del Consejo de Su Magestad en 1790; corregidor de las villas de Iniesta y Villanueva de la Jara  en 1791; etc. [13]
Árbol genealógico de D. Alonso Núñez de Haro y sus familiares.
Del matrimonio de este hermano D. García Núñez de Haro con Elena Ortega Pardo de la Casta, natural de Alcalá del Júcar, hubo numerosa descendencia, entre la que destacamos dos casos eminentes: [14]


-Ana Núñez de Haro y Ortega, hija de D. García y sobrina de D. Alonso Núñez de Haro, que viajó en el séquito del arzobispo a su toma de posesión en México en 1772. A esta sobrina le acompañaba en la ocasión su marido Joaquín Chacón y Torres, mayordomo del arzobispo. Posteriormente, sabemos que una hija de la pareja, llamada Josefa Chacón Núñez de Haro, habría de casarse con el ilustre chinchillano Vicente Cano Manuel y Ramírez de Arellano (1774-1783), quien fuera Diputado liberal en las Cortes de Cádiz, Ministro de Gracia y Justicia entre 1821 y 1822, Presidente del Tribunal Supremo de Justicia entre 1834 y 1838, etc.

Firma del arzobispo Núñez de Haro.
-Alonso Núñez de Haro y Ortega (1762-¿?), hijo igualmente de D. García Núñez de Haro y de Dª Elena Ortega, que fue sobrino y paje del arzobispo en el viaje a México en 1772. Licenciado en Leyes por la Universidad de Alcalá. Colegial y profesor en el Real Colegio Mayor de San Clemente de los Españoles en Bolonia, donde trabó amistad con Leandro Fernández de Moratín, quien habría de citarlo en su correspondencia. Diputado en las Cortes de Cádiz, etc. [15]

Más información sobre “Diputados en las Cortes de Cádiz relacionados con Cenizate” en esta otra entrada del blog.

Más información sobre ciertas implicaciones literarias de la llegada a México de D. Alonso Núñez de Haro en 1772, en la entrada “Influjo de amor en la corte indiana” de este otro blog.



[1] Libro CEN-2 del Archivo Histórico Diocesano de Albacete.
[2] Fernando Rodríguez de la Torre y José Cano Valero, Relaciones geográfico-históricas de Albacete (1786-1789) de Tomás López, IEA, 1987, p. 302.
[3] Pedro Joaquín García Moratalla, Villagarcía a mediados del siglo XVIII (1749-1761), Ayuntamiento de Villagarcía del Llano, 1998, p. 175.
[4] José Torres Mena, Noticias conquenses, 1878, páginas 813-814. Al respecto también se pronuncia García Moratalla, Villagarcía a mediados del siglo XVIII, p. 171.
[5] En 1702, siendo cura de Bonete, predicó en la festividad de Santa Ana en Cenizate. En efecto, en junio de 1702, la cofradía de Santa Ana, habiéndose enterado de que D. Pedro Núñez Garrido, cura beneficiado de Bonete, tenía "boluntad de Pedricar en el dia de la Señora Santa Ana", acordó que "se le diga  y encomiende el Sermon y se le de lo que se le acostumbra dar a los Pedricadores en estos años" (CEN-14). D. Pedro Núñez Garrido debió ser el mismo que fundara una obra pía afectada por la desamortización de 1798 y conocida como la "Pía memoria llamada de la Escuela, que fundó en este Lugar Dn. Pedro Nuñez Garrido, Presbitero en la villa de Villa Garcia" (Protocolos de 1803 del escribano de Villamalea Pardo de la Casta, AHPA, Caja 640). 
[6] En la Respuesta de Villamalea a Tomás López: "...fue natural de este Lugar el Ilustrisimo Don Andres Nuñez Monteagudo, Obispo de Maxulea, Auxiliar de Toledo, y canonigo de aquella Santa Yglesia, y Gobernador que fue del Obispado en tiempo del Señor Ynfante Cardenal Don Juan". En la página X del “Sermón de honras…” contenido en la “Relación de la fúnebre ceremonia y exequias de Don Ildefonso Núñez de Haro y Peralta …”, se le califica como “Tío Obispo” de D. Alonso Núñez de Haro.
[7] Noticia y cita procedente de la dedicatoria al Arzobispo Núñez de Haro en el “Sermón panegírico al celestial cíngulo de la pureza del angélico doctor Santo Tomás que (…) predicó el Doctor D. Francisco Fernando de Flores”, México, 1795.
[8] Jesús Paniagua Pérez, artículo "La actividad ilustrada de los obispos americanos en tiempos de Carlos III" en páginas 123-154 de “España y América entre el Barroco y la Ilustración (1722-1804). II Centenario de la muerte del Cardenal Lorenzana (1804-2004)”. Universidad de León. 2005. La cita está tomada de la p. 131 y en ella he corregido el error de indicar “Benedicto XIX” en lugar del correcto “Benedicto XIV”.
[9] Jesús Paniagua Pérez, op. cit,. p. 131.
[10] Suplemento a la historia de los tres siglos de México durante el gobierno español escrita por el padre Andrés Cavo, tomo III, México, 1836, p. 72
[12] García Moratalla, Villagarcía a mediados del siglo XVIII, pp. 153-160.
[13] García Moratalla, Villagarcía a mediados del siglo XVIII (1749-1761), p. 179. La aldea de “los Molinos de Don Benito Pardo” en Alcalá del júcar era propiedad de “don Garcia Nuñez de Aro natural de Villagarcia”, según Fernando Rodríguez de la Torre y José Cano Valero, Relaciones geográfico-históricas de Albacete (1786-1789) de Tomás López, p. 100.
[14] Elena Ortega era hija de Benito Ortega, de Jorquera, y Ana Pardo de la Casta, de Alcalá, según Manuel de Parada y Luca de Tena, “Diputados por la provincia de Cuenca en las Corte generales y extraordinarias de Cádiz. Años de 1810 a 1813”. Hubo una sobrina llamada Isabel Ana, citada en el testamento de Mariana de Haro y Peralta en 1753, según García Moratalla, Villagarcía a mediados del siglo XVIII, p. 178.
[15] Moratín cita, por ejemplo, a D. Alonso Núñez de Haro “Colegial del Colegio de España” en 1796,  en la carta número 71 de su Epistolario publicado por René Andioc en la Editorial Castalia, en 1973.

sábado, 24 de agosto de 2013

La declaración de la ermita de Santa Ana como Bien de Interés Cultural en 1991

La ermita de Santa Ana hacia 1991.
Hacia 1981 la cofradía de Santa Ana debió iniciar los trámites para el reconocimiento de su ermita con la consideración de Bien de Interés Cultural. En el acta de la reunión de la cofradía del día 31 de agosto de 1981, se indicaba lo siguiente:

“El Sr. Presidente, D. Juan Vergara, comunica que en fecha próxima visitará la Ermita de Santa Ana el Sr. Delegado de la provincia en el Patrimonio artístico nacional (…) para conocer el estilo de construcción de la ermita y el altar, al objeto de gestionar, si lo mereciera, alguna ayuda económica o subvención, así como alguna posible restauración que se considere necesaria (…). D. Gerardo Garrido expresa su opinión de que debe llegarse a un acuerdo en todos los aspectos, sin perjuicio del expediente que en su caso tramite el Ministerio de Cultura”.[1]


Placa con el nombre de la ermita.
En 1984, el historiador y, a la sazón, director de la Real Academia de la Historia, Antonio Rumeu de Armas (1912-2006) formuló su aprobación formal para la declaración de la ermita como BIC en un artículo publicado en el nº 181 de la revista “Boletín de la Real Academia de la Historia” (páginas 309-310):

“ERMITA Y PARAJE DE SANTA ANA, EN CENIZATE (ALBACETE)
En medio de un frondoso bosque de pinos enclavado en los aledaños de la villa de Cenizate, provincia de Albacete, la devoción popular erigió en el siglo XVIII la ermita de Santa Ana, imagen que es venerada por todos los pueblos circundantes con ocasión de la festividad titular. Administra sus bienes y atiende al culto la pertinente cofradía.
El edificio, en su exterior, es simple y sencillo, con atrio y espadaña enjalbegados, sin nada digno de particular mención. La ermita, en su interior, comporta mayor mérito. Se compone de una sola nave con lunetos, crucero y cúpula de estilo neoclásico. El presbiterio y la cúpula se adornan con decoración pictórica.
El Consejo Provincial de Bellas Artes de Albacete propone la declaración de monumento histórico-artístico de carácter local, criterio con el que se conforma el académico que suscribe.
ANTONIO RUMÉU DE ARMAS
(Aprobado en Junta de 15-VI-84)”


“Decreto 171/1991, de 8 de octubre, por el que se declara Bien de Interés Cultural, con la categoría de Monumento, a favor del inmueble correspondiente a la Ermita y Paraje de Santa Ana en Cenizate (Albacete)”.

Placa con el título de Bien de Interés Cultural.
Esta declaración oficial se complementa con un anexo en el que se traza una breve descripción histórico-artística y se define el área de protección del monumento. En otra ocasión, valdrá la pena fijarse en las incorrecciones e incongruencias contenidas en este anexo, pero, al presente, tan sólo nos interesa destacar el valor de la consecución de este reconocimiento para nuestra ermita.

En consecuencia, en el Registro de Bienes Inmuebles de Interés Cultural catalogado por el Ministerio de Educación y Cultura de España, figura inscrita la Ermita y Paraje de Santa Ana con la categoría de Monumento con el código “(R.I.) - 51 - 0007117 – 00000”.

No debemos olvidar que, en paralelo a la tramitación de este título para nuestra ermita, se desarrolló el proceso de reconocimiento como Bien de Interés Cultural para la iglesia parroquial de la Nuestra Señora de las Nieves, incoándose su expediente el 30 de julio de 1982 y obteniéndose su declaración como BIC el 30 de abril de 1991.

Asimismo, debemos señalar que la cofradía acometió, en estos años de gestiones para su reconocimiento como Bien de Interés Cultural, un proceso de reorganización que cristalizó en unos nuevos Estatutos, aprobados por el Obispo de la Diócesis de Albacete, Mons. D. Victorio Oliver Domingo, el 10 de mayo de 1991.

La cofradía publicó, por aquellas fechas, un curioso opúsculo en el que se recogían los antiguos estatutos, de 1709, y los nuevos, recientemente aprobados, junto con la declaración de BIC para la ermita, el Himno de la Abuela Santa Ana y un texto del cura local y, a la sazón, Presidente de la cofradía D. Juan Vergara González titulado “Santa Ana: faro espiritual de Cenizate”.

En cierta forma, con aquella publicación se coronaba un esfuerzo colectivo de una década, de 1981 a 1991, que supuso una modernización de la cofradía y una salvaguarda y reconocimiento para los valores artísticos de su ermita.


[1] Libro de Actas de la Cofradía de Santa Ana iniciado en 1970 y consultado gracias a la gentileza de Eulogio Cerrillo Ochando y Ricardo López López, anteriores Presidente y Secretario de la cofradía respectivamente.