martes, 21 de agosto de 2018

El periodista Plácido Ibáñez Villena en la época de la Segunda República

Plácido Ibáñez (centro) en un detalle de fotografía por Luis Escobar, 1932.
INTRODUCCIÓN. En el presente artículo, pretendemos estudiar la figura pública del escritor y periodista cenizateño Plácido Ibáñez Villena, a quien podríamos vincular con la generación de intelectuales albaceteños inmediatamente anterior a la Guerra Civil, ya que sus principales aportaciones creativas conocidas corresponden al período 1929-1935.

Según documentos oficiales, Pedro Plácido Ibáñez Villena debió nacer hacia 1903 y su domicilio familiar estaría ubicado en la calle San Esteban, número 2, de nuestra población. Fue hijo del matrimonio entre el comerciante Elías Ibáñez Garrido y Josefa Villena Clemente; y sus hermanos fueron Hipólita, Arsenio, José,  Orencio, Rafael, etc. [1]

Fue Plácido Ibáñez, desde joven, aficionado a la caza (dispuso de licencia de armas para cazar en 1928) y al automovilismo (obtuvo su permiso de conductor en 1929). [2] Junto a estas aficiones, sabemos por sus colaboraciones en prensa, que cultivó, además, la poesía, el periodismo, la música y la fotografía, mostrando siempre un espíritu educado, jovial y galante.

En suma, en sus años creativos, Plácido Ibáñez sería un perfecto ejemplo del inquieto y polifacético sportsman de la época y cabría relacionar su actividad creativa con el surgimiento de una generación de jóvenes intelectuales albaceteños nacidos en los albores del siglo XX e iniciados en las letras en el ámbito de la prensa local y el Ateneo albacetense ya en tiempos de la Segunda República. Las figuras señeras de esta promoción albaceteña serían, entre otros, Francisco del Campo Aguilar  (1899-1965), Alberto Mateos Arcángel (1900-1987), José S. Serna (1907-1983), Matías Gotor y Perier (1905-1987), Eduardo Quijada Alcázar (1905-1979), etc.

1.- COLABORACIÓN CON LA “REVISTA CINEGÉTICA ILUSTRADA” Y “LA UNIÓN  ILUSTRADA” EN 1929. Consecuencia de su afición a la caza, sería su primera colaboración en prensa conocida, precisamente relacionada con la actividad cinegética. Así, en febrero de 1929, Plácido Ibáñez publicó una crónica titulada “Una cazata” en la madrileña “REVISTA CINEGÉTICA ILUSTRADA”, órgano oficial de la Real Asociación General de Cazadores y Pescadores de España. En el artículo, nuestro autor narraba una reciente cacería celebrada en el coto “Cuerno de la Vid” del término de Villamalea. Esta batida de caza se había celebrado bajo los auspicios de algunos vecinos de Villamalea y con la presencia de algunos invitados cenizateños, entre los que se encontraban Antonio Villena y Julián Vergara, además del mismo Plácido Ibáñez.

Cabecera de la "Revista Cinegética Ilustrada", 1929.
Con su característico estilo galante y ameno, el cronista describía las incidencias de la jornada, que habría de concluir en una fraternal comida entre los participantes: “Bajo la campana de vetusta chimenea manchega y rodeando la clásica sartén, que sobre las trébedes simbolizaba nuestro despierto apetito, se comentaron los incidentes de la jornada en fraternal camaradería, no siendo obstáculo la densa humareda que se esparció por la cocina, para que la hinchada bota corriera de mano en mano”. [3]

Fotografía de Ibáñez publicada en la "Revista Cinegética Ilustrada", 1929, con el pie: "Un descanso y un trago".
De nuevo, en octubre de 1931, en la misma publicación cinegética, en un artículo titulado “Tiradas de pichón en Albacete”, nuestro autor daba cuenta de un campeonato de tiro al pichón organizado por el “Club Cinegético Albacetense”, glosando el evento con su habitual expresión elegante y festiva: ”El tiempo también contribuyó, con su bonanza, al mayor éxito de estas jornadas, y el más digno colofón pusiéronle las encantadoras señoritas, familiares de los socios y representantes de la belleza de los partidos judiciales de Albacete, que asistieron a a presenciar las tiradas y, posteriormente a endulzar con un baile  animadísimo, en el chalet del campo de tiro, la amargura de los que, quizá por mirarlas a ellas, erraron el pichón más fácil y, por tanto, perdieron el trofeo. ¡Bendita ley de las compensaciones…!”. [4]

Fotografía de Ibáñez publicada en la "Revista Cinegética Ilustrada", 1929, con el pie: "Un bocadillo, para seguir".
En ambos casos, Plácido Ibáñez acompañaba sendas colaboraciones con fotografías realizadas por él mismo: el primer artículo aparecía ilustrado por dos escenas del grupo de cazadores en un descanso para reponer fuerzas, mientras que el segundo artículo recogía una instantánea del campeón del concurso cinegético albacetense.

Cabecera de "La Unión Ilustrada", 1929.
Del mismo año 1929 conocemos otra publicación de nuestro autor de un carácter completamente diferente, ya que se trata de una colaboración poética en la prestigiosa revista malagueña “LA UNIÓN ILUSTRADA”. Esta composición poética de Plácido Ibáñez se tituló “Soneto a mi espiritual amiga Carmen Younger” y fue publicada en el número correspondiente a octubre de 1929 de la citada revista. En un artículo anterior (pulsar aquí), ya hemos analizado esta valiosa composición poética de ecos modernistas.

2.- UNA CRÓNICA PERIODÍSTICA SOBRE CENIZATE EN 1931. La primera aportación periodística de nuestro autor versó, precisamente, sobre “Cenizate” y con este título apareció en “EL DIARIO DE ALBACETE” en enero de 1931. Este artículo, sin duda, ofrece uno de las descripciones de nuestra población más estimulantes que jamás se hayan escrito y, dado su extraordinario interés, reproducimos en archivo aparte (pulsar aquí) el contenido íntegro de esta crónica periodística.

Cabecera de "El Diario de Albacete".
Este texto está planteado como una serie de tres hallazgos positivos en Cenizate comprobados por el cronista en su regreso desde la capital para un descanso navideño: “Era un lugar de la Mancha, cuyo nombre no puede olvidarse. Con motivo de un permiso navideño y ansioso de abrazar a los suyos, allá se encaminó el cronista, sin grandes esperanzas de otras expansiones que los villancicos, acompañados de zambomba y el suculento pavo y el buen vino. Mas, he aquí transformados, por ventura suya, los tempranos auspicios”.

La primera de las sorpresas positivas será la masiva afluencia de feligreses a la Misa del Gallo, al contrario de lo que era habitual en años anteriores, cuando “había más gente en los casinos que en el Templo”. El cronista atribuye el mérito de esta respuesta popular al párroco D. Juan Paco Baeza, quien “ha revestido de tantos atractivos y comodidades la Casa de Dios, que chicos y grandes de ambos sexos, asisten muy gustosos siempre que pueden”.

La segunda laudable sorpresa sería la primera audición pública de la banda de música local, recientemente organizada y dirigida por D. Antonio García, cuyo mérito se resume con señalar “que lleva seis meses instruyendo a los alumnos, que hace solamente un trimestre que llegó el instrumental y que cobra una peseta por discípulo cada mes”. [5]

La tercera y última mención positiva sería para el joven acuarelista local, Miguel Villena,  quien “tiene concedidos varios premios por la Academia de Bellas Artes de Valencia, y se costea por sí solo la carrera, decorando abanicos en una fábrica importante”.

En conjunto, se trata de un artículo de corte didáctico y constructivo, en el que el autor ensalza tres ejemplos de novedades modélicas en la vida cenizateña y evita, deliberadamente, cualquier referencia a las autoridades municipales o a los conflictos políticos locales que tanto dieron qué hablar en la prensa provincial durante los meses anteriores.  En concreto, nos referimos aquí a la agria polémica suscitada en relación con el cambio de autoridades locales de Cenizate entre marzo y julio de 1930. Unos meses después de este sonado incidente, cuyos ecos se hicieron oír con estrépito en la prensa  provincial, nuestro autor ni siquiera menciona una palabra acerca de esta disputa política en su artículo sobre los aspectos positivos de Cenizate.  (Ver apartado 5 de este artículo).

Igualmente, nuestro autor volvería a abstenerse de escribir sobre asuntos políticos locales cuando, unos años después, la prensa provincial e incluso nacional tratara sobre el apaleamiento en Cenizate de un maestro afiliado al Partido Republicano Radical Socialista en octubre de 1933. (Ver este artículo)


3.- SOCIO DEL ATENEO  DE ALBACETE DESDE 1932. En las páginas de diarios albaceteños de la época, observamos cómo durante el período 1932-34, nuestro autor figura de forma asidua en  la información relativa a la actividad literaria y musical del Ateneo Albacetense.

Así, en enero de 1932, la prensa local albaceteña daba cuenta de una “Velada artístico-literaria en el Ateneo con motivo de la fiesta de Reyes”. La actividad cultural reseñada había consistido en una conferencia sobre el tema “La República y los niños” por José Prat, que había sido precedida de discursos, recitales poéticos y actuaciones musicales a cargo de diferentes socios de la Agrupación Artística del Ateneo. Entre estos prolegómenos artísticos, la nota de prensa mencionaba la participación de nuestro autor en el evento navideño: “Seguidamente, don Plácido Ibáñez y don Joaquín Romero, jóvenes elementos de la Agrupación artístico literaria dieron lectura a inspiradas poesías alusivas a la fiesta que se celebraba”. [6]

La actriz Isabelita Barrón (marcada en el original con una cruz) junto a miembros de la agrupación artística del Ateneo Albacetense (con Plácido Ibáñez en el centro, al fondo) por Luis Escobar en 1932. Fotografía procedente del Archivo de la Imagen de Castilla -La Mancha.
Ya en noviembre del mismo año 1932, Plácido Ibáñez consta como Tesorero-Contador en la Junta directiva de la recién constituida Agrupación Musical del Ateneo. [7] Un año después, en diciembre de 1933, nuestro protagonista interviene como Presidente de la UMA (Unión Musical Ateneo) en la velada artística destinada a conmemorar el primer aniversario de esta agrupación musical. [8] Pocas semanas después, en enero de 1934, habría de pasar a ocupar el cargo de Vicepresidente de la nueva Junta de la Unión Musical Ateneo. [9]

En julio de 1934, nuestro autor intervendría en un programa extraordinario en Radio Albacete organizado por las secciones culturales del Ateneo. El programa constaba de una primera parte literaria y una segunda musical. En la primera de estas secciones, Plácido Ibáñez, como vicepresidente de la Unión Musical, ofreció una charla lírica sobre las “Excelencias de las Artes acústicas” con ilustraciones poéticas del mismo autor. En la crónica periodística de esta velada se refería lo siguiente: “El señor Ibáñez disertó brillantemente, parangonando las Bellas artes entre sí, dando la preferencia a la poesía; por cierto, con ejemplos de exquisita inspiración y originales, entre los que destacaba una bellísima composición dedicada a “Miss Murcia” y otra no menos valiosada titulada “Incertidumbre” de ambiente local. ¡Lástima que permanezca incógnita la protagonista!”. Lamentablemente, no disponemos de más noticias acerca de estas aludidas composiciones poéticas. [10]

En las mismas fechas de julio de 1934, hubo de celebrarse otra velada literario-musical a cargo del Ateneo Albacetense en la Casa Provincial de Maternidad, de nuevo con la intervención en el uso de la palabra de nuestro protagonista: “Lee después un bello trabajo original el Vice-presidente de “Unión Musical Ateneo”, don Plácido Ibáñez, en el que canta las excelencias de la fe, con la belleza de lenguaje, tan característica en él y haciendo unas citas poéticas, que lograron cautivar la atención de chicos y grandes”. [11]


4.- COLABORADOR HABITUAL EN LA PRENSA LOCAL ALBACETEÑA DESDE 1933. A partir de 1933, Plácido Ibáñez comenzó a publicar, esporádicamente, artículos en la prensa albaceteña, siempre con su inconfundible estilo fluido, elegante y ameno. Se trataba, al parecer, de colaboraciones esporádicas, no sujetas a una periodicidad fija o temática establecida. Las incursiones de Plácido Ibáñez en la prensa local de las que tenemos constancia aparecieron, en su totalidad, en los periódicos “Defensor de Albacete” y “El Diario de Albacete”.  [12]

El primer ejemplo de este tipo de colaboraciones de Plácido Ibáñez sería la crónica de septiembre de 1933, publicada en “EL DIARIO DE ALBACETE” y titulada “Excursión a Belén. Notas de un viaje”, donde refiere en tono festivo y mundano un viaje y estancia en una finca de Almansa con ocasión de la romería al Santuario de la Virgen de Belén: “Con los primeros albores, salimos de Albacete, y el trayecto que nos separaba del punto de destino, ya fue digno prólogo de los ratos que allí disfrutamos. Desde que el convoy se puso en movimiento, se apoderó de todos el buen humor, y entre los chistes improvisados de Amelia Montero, las contorsiones de Perico Díaz y alguna placa de gramófono que amenizaba el traqueteo, devoramos los primeros kilómetros y el primer bocadillo, que en un ambiente tan cordial de camaradería nos supo a gloria”. [13]

Cabecera del diario "Defensor de Albacete".
En enero de 1934 Plácido Ibáñez firma otra crónica en el “DEFENSOR DE ALBACETE”, titulada “Charla con el director de la Orquesta Valenciana de Cámara”. Este artículo consiste en una entrevista a Francisco Gil, director de la citada orquesta valenciana, en fechas cercanas a la actuación de esta orquesta en la sala Central Cinema de Albacete. De nuevo, en esta colaboración de prensa,  deja nuestro autor destellos de su brillante y fácil capacidad expresiva. Así, por ejemplo, al llegar al domicilio de su entrevistado, anota lo siguiente: “En el interior se escucha como un pugilato entre las armónicas notas de un violín y los trinos sostenidos de un canario. Cesa el primero por dejar libres sus manos para estrechar las nuestras con amabilidad”.  [14]
                     
5.- FUNCIONARIO DE PRISIONES EN VALENCIA DESDE 1934. Ignoramos cuál sería inicialmente la situación laboral de Plácido Ibáñez en la capital albaceteña, si bien suponemos que desempeñaría transitoriamente algún puesto como funcionario a la vez que preparaba oposiciones a destino público. [15] En este sentido, sabemos que en diciembre de 1933 el Ayuntamiento de Albacete desestimaba una instancia de nuestro autor “solicitando continuar prestando servicio en la Delegación provincial del Consejo del Trabajo”. [16]

Prisión de San Miguel de los Reyes en Valencia.
Escasos meses después, en marzo de 1934, obtenía plaza en las oposiciones al recién creado Cuerpo de Seguridad interior de las Prisiones, siendo destinado a la Prisión Central de San Miguel de los Reyes, en la capital valenciana. [17] El Monasterio de San Miguel de los Reyes, actual sede de la Biblioteca Valenciana, fue utilizado, en efecto, como prisión desde mediados del siglo XIX.

En agosto de 1934, una nota suelta de “El Diario de Albacete” daba cuenta del traslado de residencia de nuestro autor por motivos de incorporación a su destino laboral: “Marchó a Valencia el funcionario de Prisiones y colaborador nuestro don Plácido Ibáñez Villena”. [18]

Ya en su nueva posición profesional y en el corto plazo de unos meses, la defensa o el ejercicio de su labor como funcionario de prisiones habrían de granjear a Plácido Ibáñez complicaciones o dificultades por motivos políticos, según podemos deducir de sendas notas de prensa a las que en seguida nos referiremos.

Cabecera de "Vida penitenciaria", 1934.
El primer eco periodístico de esta serie de noticias problemáticas para Plácido Ibáñez sería un artículo suyo titulado “Comentarios” y publicado en la revista “VIDA PENITENCIARIA”, nada menos que en octubre de 1934. El texto está fechado en septiembre de 1934 pero su publicación después de los hechos de la fracasada Revolución de Octubre de 1934 habría de poner, sin duda, a nuestro autor en una situación incómoda. Este artículo de “Comentarios”, en realidad, carece de intención política y está dirigido a reivindicar la consideración laboral del recientemente creado cuerpo de Guardias de Seguridad Interior de las Prisiones, que se acababa de constituir y al que Plácido Ibáñez acababa de acceder por unas recientes oposiciones. Como integrante de esta pionera plantilla de Guardianes interiores, Plácido Ibáñez comentaba un artículo publicado anteriormente en la misma revista y firmado por Manuel Jiménez Varona, alto funcionario de prisiones. [19]

La intención de nuestro autor con sus “Observaciones” es reclamar para su cuerpo profesional similares consideraciones y derechos que los observados con la categoría de Oficiales de Prisiones. El tono de este artículo es el habitual galante de nuestro autor, aunque en esta ocasión no está exento de una contundencia expresiva que no encontramos en sus escritos anteriores: ”En primer lugar, consideramos impropio el epígrafe que pone a su crónica el Sr. Jiménez, toda vez que en ella solamente aboga por las mejoras en la categoría de Oficiales, omitiendo cuanto se refiere a escalas superiores y, lo que es más sensible, menospreciando nuestra modesta clase de Guardianes interiores”. En el número siguiente de la revista “Vida penitenciaria”, Jiménez Varona respondería a este y otros comentarios de su polémico artículo, zanjando esta controversia con refinadas fórmulas de cortesía a la par que rotunda carga argumental. [20]

El segundo eco periodístico relativo a la actividad profesional de nuestro autor aparecería en febrero de 1935 en “EL DIARIO DE ALBACETE” y consistiría en una crónica escrita por el mismo  Plácido Ibáñez y titulada “González Marín actúa en un presidio”. En la nota de prensa, se daba cuenta de la actuación del recitador Manuel González Marín en la Prisión Central de San Miguel de los Reyes en la capital valenciana. En este evento, el referido artista recitó con gran éxito los versos de “El Piyayo” (José Carlos de Luna), “El contrabandista” (Zorrilla), “El embargo” (Gabriel y Galán), etc., acompañado a la guitarra por el propio cronista, Plácido Ibáñez, funcionario del mencionado establecimiento penitenciario. La nota de prensa donde se da la noticia está redactada con el inequívoco estilo de nuestro autor: “Con esta fiesta improvisada y de tan grata recordación, puso de manifiesto el ilustre  y culto Director del Establecimiento penitenciario, don Simón G. Martín del Val, su interés por difundir la cultura y llevar al ánimo de los reclusos, lenitivos espirituales que aminoren sus tristezas y despierten sus propósitos de regeneración”. [21]

Suponemos que este significado activismo sindical y cultural en el complejo ambiente de las prisiones después de la fracasada Revolución de 1934 habría, sin duda, de granjear a nuestro autor problemas personales a los que, veladamente, se habría de referir en su última colaboración periodística conocida.

6.- EL HOMENAJE AL PERIODISTA ALBACETEÑO JOSÉ RUIZVA EN 1935. A un año escaso del estallido de la Guerra civil, en mayo de 1935, la prensa albaceteña daba cuenta del banquete celebrado en el “Hotel Regina” en homenaje al periodista local José Ruizva por su reciente éxito en la organización de una fiesta para elegir la belleza representativa de la Mancha.  Asistieron a este homenaje autoridades locales y provinciales, directores y redactores de las distintas cabeceras de prensa de la capital y… varias misses y representantes de la sociedad albaceteña. En el evento no faltó la lectura de algunas composiciones poéticas compuestas para la ocasión, siendo especialmente celebrada la enviada por Plácido Ibáñez. La aportación de nuestro paisano fue leída por “el señor Fernando Gascó”, dado que el autor residía en Valencia por motivos laborales. “EL DIARIO DE ALBACETE”, del que Plácido Ibáñez era corresponsal, reproducía íntegramente su contribución poética a este simpático agasajo dedicado al periodista José Ruizva. El poema, fechado en Valencia en mayo de 1935, se titulaba “Mi granito de arena” y, en estilo ligero y festivo, decía lo siguiente:  [22]
 “Querido amigo Ruizva:
por EL DIARIO me entero
de que te dan un potaje
los restantes compañeros,
y en la imposibilidad
de asistir al homenaje,
cual sería mi deseo
acepta como adhesión
estas líneas de un coplero
que, por malo, está en prisión”.

Se aclaraba, a continuación, que el autor de los versos era funcionario de Prisiones y continuaba el poema, sin abandonar el tono amistoso y mundano, elogiando la figura del periodista Ruizva:
“A decirte la verdad,
te admiro como cronista,
me entusiasmas como artista
y creo merece más
un tan sagaz periodista”.

La broma risueña de este amistoso homenaje concluía con una advertencia formulada con gracia y, acaso, también un poso de amargura:
“…pero escúchame un consejo
que aprendí, para mi daño,
un día que me hice viejo
por causa de un desengaño:
<<Si escribes en lo futuro
y la epidermis estimas,
no te vendas por un puro
ni de política escribas
aunque te larguen un duro>>.

Plácido Ibáñez concluía el amistoso homenaje con una invitación a todos los asistentes a brindar por el periodista Ruizva:
“Y ahora, ¡venga champán!
siga la juerga en creciente
¡brindemos por la amistad!
¡Viva José Ruiz Valiente!”.

Aquella festiva recomendación acerca de mantenerse alejado de la política habría de ser muy celebrada en aquel ágape de mayo de 1935 y, sin embargo, considerada con perspectiva histórica, habría de resultar tristemente profética. En efecto, en poco más de un año, la evolución de la situación política española habría de arrollar las vidas de todos los presentes en aquel amable banquete, donde se mezclaron cordialmente representantes de distintas ideologías políticas de la sociedad albaceteña. [23]

Ignoramos a qué circunstancias personales aludía nuestro autor cuando aconsejaba a su amigo Ruizva que evitara escribir sobre política: “…pero escúchame un consejo / que aprendí, para mi daño, / un día que me hice viejo / por causa de un desengaño”. Acaso el daño o el desengaño aludido tenga relación con sus recientes colaboraciones periodísticas relacionadas con la vida penitenciaria, únicos escritos que conocemos de nuestro autor en los que acaso pueda encontrarse una arista de tipo político.

CONCLUSIÓN. Desconocemos los avatares personales de nuestro autor durante los años de la Guerra Civil, si bien sabemos que con posterioridad al conflicto bélico habría de ser represaliado por el nuevo régimen franquista.  En efecto, en el Boletín Oficial del Estado de 9 septiembre de 1942, una disposición del Ministerio de Justicia ordenaba que el Guardián del Cuerpo de Prisiones, Plácido Ibáñez Villena, con destino en la Prisión Central de San Miguel de los Reyes, “cause baja definitiva en el Escalafón de su clase, por haber abandonado el destino, ignorándose su actual paradero”. [24]

Suponemos que las circunstancias de la Guerra civil y sus consecuencias posteriores acabarían con la actividad literaria de nuestro autor en el ámbito público de periódicos y revistas, en los que ya no hemos encontrado su firma después de 1935. La carrera de nuestro autor como corresponsal o colaborador de la prensa quedaría así malograda y su espíritu jovial y desenfadado  ya no tendría cabida en los tiempos de posguerra. El legado de Plácido Ibáñez quedaría, así, limitado a un puñado de brillantes colaboraciones en “La Revista Cinegética Ilustrada”, “La Unión Ilustrada”, “Vida penitenciaria”, “El Diario de Albacete”, “Defensor de Albacete”, etc. que, por sí solas, justifican la reivindicación de su figura como periodista y poeta albaceteño del primer tercio del siglo XX.  


[1] Datos procedentes del Censo electoral de 1935 y del Anuario-Guía de la Provincia de Albacete, Año 1926.
[2] Dispone de licencia de arma para cazar concedida en 1928, donde consta con la edad de 26 años. Boletín Oficial de la Provincia de Albacete (1835-1998). 7/9/1928, n.º 108. Obtiene su permiso de conductor de automóviles en agosto de 1929, en cuya concesión se hace constar su edad de 26 años y su domicilio como calle San Esteban, 2 de Cenizate. Boletín Oficial de la Provincia de Albacete (1835-1998). 18/9/1929, n.º 112.
[3] Revista Cinegética Ilustrada, nº 68, febrero de 1929.
[4] Revista Cinegética Ilustrada, nº 100, octubre de 1931.
[5] Sin duda debe tratarse de la banda formada por el llamado “Maestro Maero” hacia 1930, según el artículo sobre “La música en Cenizate”, publicado en la revista “Zenizate”, número 2, año 2002, página 84 y sigts. (Pulsar aquí para ver).
[6] Defensor de Albacete,7 de enero de 1932.                                                                                                          
[7] Defensor de Albacete, 22 de noviembre de 1932 y 27 de enero de 1933.
[8] Defensor de Albacete, 4 de diciembre de 1933 y El Diario de Albacete, 13 de diciembre de 1933.
[9] Defensor de Albacete, 17 de enero de 1934.
[10] El Diario de Albacete, 15 de julio de 1934  y El Diario de Albacete, 17 de julio de 1934.
[11] El Diario de Albacete, 17 de julio de 1934.
[12] Ignoramos si su vinculación con la prensa albaceteña fue más allá de su condición de colaborador o si ocupó algún cargo de representación profesional. Así, por ejemplo, en una nota suelta publicada el 3 de abril de 1934, “El Diario de Albacete” indicaba: “Después de asistir a los actos organizados por la Asociación de la Prensa Murciana, regresó a esta capital nuestro buen amigo don Plácido Ibáñez Villena”.
[13] El Diario de Albacete, 30 de septiembre de 1933.
[14] Defensor de Albacete. 9 de enero de 1934.
[15] Fue admitido como aspirante en las oposiciones a Auxiliares del Cuerpo General de Administración de la Hacienda Pública, según la Gaceta de Madrid, 17 de marzo de 1928, 10 de abril de 1928, 4 de febrero de 1930 y 18 de noviembre de 1932.
[16] El Diario de Albacete, 27 de diciembre de 1933.
[17] Gaceta de Madrid, 30 de marzo 1934 y El Diario de Albacete, 3 de agosto de 1934.
[18] El Diario de Albacete, 4 de agosto de 1934. En una nota suelta del día anterior, el mismo periódico señalaba: “Recientemente ha sido destinado para la Central de San Miguel de los Reyes (Valencia), el funcionario de Prisiones y estimado colaborador nuestro don Plácido Ibáñez Villena”,  El Diario de Albacete, 3 de agosto de 1934.
[19] El artículo de Jiménez Varona titulado “Aspiraciones del Cuerpo de Prisiones” se publicó en la revista “Vida penitenciaria”, número 79, de 30 de agosto de 1934.
[20] Los “Comentarios” de Plácido Ibáñez aparecieron en la revista “Vida penitenciaria”, número 82, de 20 de octubre de 1934, y  la réplica de Jiménez Varona se publicó en la misma revista “Vida penitenciaria”, número 83, de 30 de octubre de 1934.
[21] El Diario de Albacete, 3 de febrero de 1935.
[22] Sendas crónicas del homenaje a Ruizva se publican en el Defensor de Albacete y El Diario de Albacete, en la misma fecha, el 31 de mayo de 1935. Los versos de Plácido Ibáñez se reproducen en El Diario de Albacete el 1 de junio de 1935.
[23] Fijaremos nuestra atención, a este respecto, en tan sólo un puñado de ejemplos. Así, por ejemplo, en primer lugar, mencionaremos el ejemplo de Eduardo Quijada Pérez, quien presidía el acto como director del rotativo “El Diario de Albacete”. Años después, Eduardo Quijada sería Alcalde de Albacete durante el período 1944-46.  Distinta sería la suerte de otro de los presentes, Alberto Mateos Arcángel, quien pasaría nueve largos años escondido durante la posguerra. Aún sería más desdichada la fortuna de uno de los brillantes oradores de este evento, José María Lozano, director de la Escuela Normal de Maestros de Albacete, quien habría de fallecer en el bombardeo de la ciudad efectuado por la aviación alemana en febrero de 1937.
[24] Boletín Oficial del Estado, 9 de septiembre de 1942.



sábado, 24 de marzo de 2018

El retablo de San Esteban en la Exposición de Sevilla de 1929


Cartel de la Exposición Iberoamericana de Sevilla.
En el presente artículo pretendemos considerar la presencia del retablo de San Esteban, actualmente en la iglesia parroquial de Cenizate, en la Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929 y, asimismo, en relación con el traslado de nuestro retablo al evento sevillano, nos proponemos publicar y analizar cuatro fotografías históricas de esta pieza artística: en dos de ellas, ya conocidas, se aprecia el retablo en su ubicación original en la ermita de San Esteban; y en otras dos instantáneas, inéditas hasta aquí, podremos contemplar el retablo en su instalación museística dentro de la magna Exposición Iberoamericana.

0.- RESUMEN DE LA HISTORIA DE LA ERMITA Y RETABLO DE SAN ESTEBAN. En alguna ocasión anterior, ya hemos reseñado los avatares históricos del templo en que se ubicó originalmente el retablo de San Esteban, de manera que, en el presente artículo, nos limitaremos a resumir estas circunstancias para situar nuestro retablo en su contexto al inicio del siglo XX. [1]

Cartel de las Exposiciones de 1929.
Los primeros datos históricos conocidos que indirectamente pueden probar la existencia en Cenizate de una ermita dedicada al santo se remontan a 1677. [2] No obstante, la documentación directa relativa a la ermita no comenzaría hasta 1722, año en que se inicia el registro contable en el "LIBRO DE RECIVO I DATA DE LA HERMITA DEL SEÑOR SAN ESTEVAN". Precisamente, en la primera rendición de cuentas de este libro contable, referida al período 1703-1722, se anotó el gasto de 4.455,5 reales empleados en "el Conste de la madera, azer y dorar el Retablo que está en dicha hermita". El libro contable no ofrece más información sobre la hechura del retablo y el único dato documental adicional que podemos aportar al respecto es la inscripción en el muro de la ermita que señala: "ESTE RETABLO SE DORÓ AÑO DE 1712 SIENDO MAIORDOMO D. BENITO GARCIA GARIDO". Sin embargo, por indicios documentales indirectos y similitudes estilísticas, varios estudiosos coinciden en señalar al maestro de escultor Marcos Evangelio como autor de nuestro retablo.

Portada del Catálogo del Reino de Murcia.
La siguiente noticia relevante acerca del retablo data de las cuentas de 1801-1803, donde se registran los gastos en construir un altar para el retablo y en pagar "al Maestro Pintor por el Altar, peana del Santo y demas que consta de su Recivo". [3] En un estudio anterior, hemos expuesto los motivos por los que suponemos que este pintor sería Pedro Alfonso Fernández, también autor en torno a 1802 de pinturas murales tanto en la iglesia parroquial de Cenizate como en la ermita de Santa Ana. [4]

Pocos años después de esta última intervención artística, el templo dedicado a San Esteban entró en decadencia y cayó en estado de abandono. Así, en 1834, en plena Primera Guerra Carlista, el cura párroco del lugar anotaba que se había trasladado la campanilla de San Esteban a la torre de la iglesia parroquial  “y se vajó a la Parroquia un alba y corporales que quedaban; pues todo lo demas se habia trasladado cuando la guerra de la independencia”. [5] Ya en 1842 se interrumpe la contabilidad de la devoción al santo y en 1849 se bendijo como camposanto un terreno contiguo a la ermita. Finalmente, en 1861 se produjo el hundimiento por causas naturales de un tramo de la ermita y en 1915 se tramitó la ampliación del camposanto a costa del solar correspondiente a este derrumbe. [6]

Pabellón Mudéjar de la Exposición Iberoamericana de Sevilla.
Tales fueron, en resumen, las circunstancias históricas que llevaron a la ermita ricamente ornamentada de principios del siglo XVIII a convertirse en una ruinosa capilla de camposanto, quedando tan sólo como muestra de su pasado esplendor la presencia del desmantelado retablo de San Esteban. Sin duda, esta situación de abandono de la ermita explicaría la falta de oposición local al traslado temporal de su retablo a la Exposición Iberoamericana de Sevilla en 1929.

Como es sabido, a la vuelta de esta exposición, el retablo no se instaló en su ubicación original sino que permaneció desarmado durante años hasta que fue montado después de la Guerra Civil en el lado del evangelio de la nave del crucero en la Iglesia parroquial. Con posterioridad, en 1999, fue restaurado e instalado en su emplazamiento actual en el lado de la epístola del crucero del templo parroquial. De esta manera,  la actual sería la cuarta ubicación conocida por nuestro retablo a lo largo de su atribulada historia.


Fotografía Nº 1: Retablo de San Esteban en su ermita. "Centauro", 1925.
1.-  PRIMERA FOTOGRAFÍA: EL RETABLO DE SAN ESTEBAN EN LA REVISTA “CENTAURO” EN 1925. Tan sólo tenemos constancia de la existencia de dos fotografías del retablo de San Esteban en su emplazamiento original en la ermita del santo en Cenizate. La primera de estas imágenes fue publicada en un reportaje fotográfico dedicado a nuestra población en la revista albaceteña “Centauro” el 8 de enero de 1925. En esta edición de “Centauro”, el reportaje fotográfico se acompañaba de una columna titulada “Nuestros viajes”, a cargo del periodista E. González, donde se narraba la visita del reportero a Cenizate. En esta crónica, el redactor alaba la amabilidad e inteligencia del alcalde D. José Pérez Monte, en cuya compañía “recorrimos el pueblo visitando cuanto de notable encierra principalmente la iglesia en la que encontramos cosas de verdadero arte”.

La serie fotográfica publicada en esta edición de “Centauro” mostraba, en efecto, los principales aspectos del patrimonio artístico local: el desparecido retablo del Altar mayor de la Iglesia parroquial, la ermita de Santa Ana y sendas fotografías dedicadas también a la ermita de San Esteban. Así, se dedicó una de las instantáneas al retablo del santo, acompañada del texto siguiente: “Magnífico retablo en la abandonada ermita de San Esteban”. En esta fotografía puede apreciarse una vista completa del retablo con sus hornacinas completamente vacías de imágenes religiosas. Junto a esta instantánea se reproducía, asimismo, una vista exterior de la ermita del santo con la indicación siguiente: “A la entrada del cementerio la pétrea cruz tiende sus brazos en un gesto de paz”

Fotografía Nº 2: Retablo de San Esteban en su ermita, Expediente de traslado a Sevilla, 1929.
2.- SEGUNDA FOTOGRAFÍA: EL EXPEDIENTE DE CESIÓN Y TRASLADO DEL RETABLO EN 1929. A finales de 1928 comenzó a funcionar la “Comisaría General de los Comités del Reino de Murcia para la Exposición Iberoamericana de Sevilla”, dentro de la cual el Comité provincial albacetense quedó constituido por el Gobernador civil, el Presidente y el Vicepresidente de la Diputación, el periodista Abraham Ruiz, el escultor Ignacio Pinazo, etc. Representantes de este Comité provincial recorrieron desde fines de 1928 los pueblos de nuestra provincia para seleccionar los bienes artísticos que podrían enviarse a la Exposición sevillana. En el caso de Cenizate, a juzgar por la documentación sobre el traslado del retablo, sabemos que el párroco D. Juan Paco Baeza expresaba a la diócesis murciana su conformidad con la cesión de esta pieza ya en enero de 1929.

Conocemos el expediente de traslado del retablo de San Esteban a Sevilla de forma indirecta, gracias al estudio de Luis G. García-Saúco sobre el patrimonio albacetense en la Exposición Iberoamericana. Según el extracto de esta documentación hecho por el citado autor, en marzo de 1929 el citado párroco local reiteraba al obispo de Cartagena la conformidad para ceder nuestro retablo al no hallarse “oposición por parte de las autoridades ni del pueblo”. La documentación analizada por Luis G. García-Saúco, a la que no hemos podido tener acceso, se componía del ya citado consentimiento formal para la cesión del retablo y, además, del acta de entrega para la exposición, con la correspondiente descripción, tasación y fotografía de la pieza. En otro apartado de este artículo nos referimos a la descripción del retablo en el acta de entrega, si bien por el momento nos interesa destacar que la fotografía incluida en el expediente, anterior al traslado al certamen sevillano y fechable en los primeros meses de 1929, constituye la segunda  y última de las dos instantáneas conocidas del retablo en su emplazamiento original en la ermita de San Esteban. 

Esta fotografía de 1929, único elemento del expediente al que hemos podido tener acceso de forma directa, se conserva en el Archivo fotográfico del Instituto de Estudios Albacetenses y ha sido anteriormente publicada por los dos autores siguientes: García-Saúco en su artículo sobre el patrimonio albaceteño en la Exposición sevillana y Sánchez Ferrer en su estudio artístico sobre el patrimonio de las iglesias de Cenizate. [7] En ninguno de estas dos reproducciones previas, sin embargo, la imagen ha sido ofrecida en su integridad, tal y como aquí la presentamos, ya que en ambas anteriores ocasiones se suprimió la parte inferior de la fotografía, donde aparecen una serie de firmas de autoridades locales correspondientes a: Martín ¿Collado?, el alcalde Eduardo Soriano, el párroco D. Juan Paco Baeza y ¿Antonio o Alfonso? Villena. [8] Por otro lado, en el ángulo superior izquierdo de la fotografía, puede apreciarse, parcialmente,  el sello de la iglesia parroquial de la Virgen de las Nieves. [9]

Para esta fotografía “oficial” de 1929, a diferencia de la instantánea publicada anteriormente en la revista “Centauro”, observamos que se colocó la imagen del santo titular en la hornacina central del retablo, si bien esta figura no sería objeto de cesión para el certamen sevillano. La imagen del santo sería destruida en 1936 y tan sólo conservamos de ella esta reproducción fotográfica. [10]

Fotografía Nº 3: Retablo de San Esteban en Sevilla, Catálogo del Reino de Murcia, 1929.
3.- TERCERA FOTOGRAFÍA: EL RETABLO DE SAN ESTEBAN EN EL CATÁLOGO DE LA EXPOSICIÓN IBEROAMERICANA DE SEVILLA DE 1929. La Exposición Iberoamericana fue una muestra internacional celebrada en Sevilla de mayo de 1929 a junio de 1930. En esta exposición las provincias de Albacete y Murcia participaron conjuntamente con la denominación común de “Reino de Murcia”, siendo designado el político murciano Isidoro de la Cierva como Comisario general del Comité de la Región de Murcia para el certamen.  

Fundamentalmente, el Reino de Murcia concurrió a la Exposición sevillana con dos grandes aportaciones: por un lado, el “Pabellón regional” y, por otro, una colección de obras de arte exhibida dentro de la “Exposición de Arte Antiguo”.

El edificio principal del PABELLÓN REGIONAL fue diseñado como una casa señorial murciana del siglo XVII, si bien contaba con un edificio secundario anexo que representaba una típica construcción manchega. Ambas edificaciones mostraban la distribución y el mobiliario típicos de las viviendas tradicionales en ambas provincias. Algunas de las dependencias del Pabellón regional exhibían, además, selectos productos regionales, vistas de lugares emblemáticos, retratos de personajes ilustres, etc. 

La otra gran contribución del Reino de Murcia al evento sevillano fue su representación de obras artísticas exhibida en el marco de la llamada EXPOSICIÓN DE ARTE ANTIGUO. Esta muestra nacional de Arte Antiguo se repartió entre dos sedes, ubicadas frente a frente en la sevillana Plaza de América: una sede fue el “Pabellón de Bellas Artes”, también llamado “Pabellón Renacimiento” (hoy “Museo Arqueológico”) y la otra sede fue el “Pabellón de Arte Antiguo e Industrias Artísticas”, también llamado “Pabellón Mudéjar” (actual “Museo de Artes y Costumbres Populares”). Un dato significativo acerca del complejo y ambicioso carácter de esta muestra artística es que, en total, en ambas sedes se exhibieron 3.694 obras procedentes de toda la geografía española, entre pinturas, esculturas, orfebrería, ropas litúrgicas, artes decorativas, etc.

Dentro de esta magna “Exposición de Arte Antiguo”, las obras de arte del Reino de Murcia ocuparon la sala número siete del PABELLÓN MUDÉJAR. La extraordinaria selección murciana se componía de obras de escultores como Nicolás de Bussy, Alonso Cano, Francisco Salzillo, Roque López, etc., y pintores como el Greco, Juan de Juanes, Pedro Orrente, José de Ribera, Vicente López, Federico Madrazo, etc. Además, completaban la colección murciana un muestrario de ricas vestiduras litúrgicas, valiosas piezas de orfebrería, etc. En conjunto, la aportación artística murciana ofrecía, en palabras de su Comisario general, Isidoro de la Cierva, “una Sala completa abarrotada de notables obras en el Palacio de Arte Antiguo”. [11]

En el Catálogo explicativo de las piezas exhibidas en la Sala de la Región de Murcia, se registraba la presencia de nuestro retablo en los siguientes términos: “Altar y retablo de estilo barroco degenerado, en piedra y madera con relieves, dedicado a San Esteban. Siglo XVIII. – 1712. Procede de la capilla del cementerio de Cenizate”. Suponemos que, en esta descripción, el término “barroco degenerado” no es expresión peyorativa sino que equivale a “barroco tardío”. Discrepamos, asimismo, con que la pieza se presente como “altar y retablo... en piedra y madera”, ya que la mesa del altar en la instalación sevillana no es la original de yeso, sino una reconstrucción del altar realizada específicamente para el montaje museístico del retablo, donde se observa un patrón decorativo muy diferente del plasmado por el pintor de 1801-1803 en la ermita de San Esteban. Podemos apreciar este y otros detalles en la fotografía que se incluía en el mencionado Catálogo, acompañada del siguiente texto explicativo: “Sala del Reino de Murcia en el palacio de Arte Antiguo. Altar y retablo de Cenizate. A la izquierda el San Juan de Salzillo. A la derecha Cristo del Prendimiento de Marcos Laborda”. Se trata de la primera fotografía conocida del retablo de San Esteban en su presencia en la Exposición sevillana de 1929. [12]

Fotografía Nº 4: Retablo de San Esteban en Sevilla, Fototeca de la Universidad de Sevilla.
4.- CUARTA FOTOGRAFÍA: LA INSTALACIÓN ARTÍSTICA DEL RETABLO EN LA SALA MURCIANA DE LA EXPOSICIÓN IBEROAMERICANA DE 1929. En la Fototeca de la Universidad de Sevilla hemos localizado y adquirido una segunda fotografía del retablo del santo en su instalación de la Sala murciana en la Exposición Iberoamericana. Se trata de una instantánea tomada por el fotógrafo R. de Salas, donde se reproduce una vista de la Sala número siete del Pabellón Mudéjar desde otro ángulo distinto al observado en la fotografía correspondiente al Catálogo oficial, reproducida anteriormente, de manera que ambas fotografías se complementan al ofrecerse detalles exclusivos en cada una de ellas. En ambos casos, no obstante, puede apreciarse que la falta de espacio para la instalación de las obras ocasionó una muestra recargada y sin orden cronológico o temático. La confusa aglomeración de obras es particularmente evidente en la fotografía que nos ocupa, ya que se utilizó el retablo como soporte donde colocar diversas imágenes sin ningún tipo de coherencia expositiva. [13]

Combinando la distinta perspectiva de ambas fotografías de la instalación sevillana, hemos podido contabilizar y numerar un total de dieciséis obras de arte en el entorno de nuestro retablo. A continuación, ofrecemos un inventario con la numeración asignada en sendas fotografías y la identificación que proponemos para cada pieza a partir del Catálogo de obras del Reino de Murcia: 

Fotografía Nº 3: Obras de arte en el entorno del retablo de San Esteban.
Nº 1. “San Juan” (1755) por Francisco Salzillo (1707-1783). Murcia.
Nº 2. “Cristo del Prendimiento” por Marcos Laborda (1752-1822). Caravaca de la Cruz.
Nº 3. “Retablo de San Cristóbal”. Siglos XVII-XVIII. Espinardo.
Nº 4. “Noli me tangere” por el Maestro de Chinchilla. Siglo XVI. Chinchilla de Montearagón.
Nº 5 y Nº 6. Crucifijos sin identificar.
Nº 7. “San Isidoro” (1755) por Francisco Salzillo. Cartagena.         
Nº 8. “Virgen Dolorosa”. Siglo XVIII. Almansa.
Nº 9. “San Pedro de Alcántara” (1811) por Roque López (1747-1811). Murcia.
Nº 10. ¿”San Joaquín con la Virgen Niña” por Francisco Salzillo (1707-1783)?
Nº 11. “Virgen de la Asunción”. Almansa. Siglo XVI-XVII.
Nº 12. ¿”Figura de pastor” por Francisco Salzillo (1707-1783)?
Nº 13. ¿”San Pedro de Alcántara”. Siglo XVIII. Cieza?
Nº 14. “San Francisco de Asís”. Siglo XVIII. Jorquera.
Nº 15. “Busto de la Dolorosa” por Nicolás Salzillo (1672-1727).
Nº 16. “Virgen del Rosario”. Siglo XVIII. Jorquera. 

Fotografía Nº 4: Obras de arte en el entorno del retablo de San Esteban.
Se trata, como puede comprobarse, de una variada colección de piezas de distintas épocas y procedencias, que van desde los inicios del siglo XVI representados por el Maestro de Chinchilla hasta los comienzos del XIX con la última imagen tallada por Roque López. En cuanto a los autores, predominan claramente las obras de Francisco Salzillo (“San Juan” y “San Isidoro”) y su escuela de imagineros murcianos (Roque López y Marcos Laborda).

En el Catálogo murciano de las piezas exhibidas en el Pabellón Mudéjar se publicaba también una vista de otra parte de la Sala número siete, en donde puede apreciarse cómo era la abigarrada instalación de obras de arte al otro lado de la estancia. Esta parte de la Sala estaba dominada por la presencia central del “San Jerónimo” (1755) de Salzillo.

Pocos años después, algunas de las obras reunidas en la Sala murciana serían víctimas del expolio de la Guerra Civil y, lamentablemente, no se hallan  conservadas en la actualidad; tal es el caso de las piezas anteriormente descritas procedentes de Espinardo, Almansa, Jorquera, etc. 

Otro aspecto de la Sala Nº 7 del Pabellón Mudéjar, Catálogo del Reino de Murcia, 1929.
5.- LOS VIAJES DE IDA Y VUELTA DEL RETABLO. La colección de obras de arte de la provincia albaceteña debió viajar a Sevilla en mayo de 1929 en condiciones de seguridad y complejidad organizativa insólitas en la época. De cómo pudo desarrollarse esta operación nos da una idea el ejemplo del traslado de la colección murciana, descrito por el diario “El Liberal de Murcia” a finales de abril de 1929: “Los objetos de la provincia de Murcia se enviaron casi en su totalidad los días 24 y 25 del mes actual en un vagón de los destinados a la carga de automóviles y un furgón moderno de cuatro ejes que se llenaron por completo. (...) Mientras duró la carga estuvieron los objetos constantemente custodiados por fuerzas de Seguridad y de la Vigilancia de cada expedición cuidó una pareja de la Guardia civil destinada exclusivamente a este servicio en todo el trayecto. La aportación artística de la provincia de Albacete sale en la presente semana. Es tan grande la importancia de lo que se manda que ha sido tasado en más de seis millones lo de Murcia y setecientas cincuenta mil lo de Albacete, costando más de diez y seis mil solamente el seguro de transporte”. [14]

Retablo de San Esteban en la Iglesia parroquial antes de su restauración en 1999.
En alguna nota de prensa encontramos claros indicios de la opinión popular de Cenizate a favor de la cesión temporal del retablo a la Exposición de Sevilla. Así ocurre con una noticia sobre una fiesta escolar celebrada en nuestra población en junio de 1929 en honor a la bandera española. Entre himnos, bendiciones, recitales y solemnes disertaciones, fue calurosamente ovacionado, según la crónica periodística del evento, el discurso del Vicepresidente de la Diputación, José María Lozano, quien concluyó sus palabras “expresando al vecindario de Cenizate la admiración con que se distingue en Sevilla el magnífico retablo barroco de este pueblo, que figura en sitio preferente del pabellón de Arte antiguo”. [15]

A la finalización del certamen sevillano en junio de 1930, la instalación artística murciana debió ser desmontada y cada pieza hubo de ser reintegrada a su origen. El Comisario regional,  Isidoro de la Cierva, se ufanaba en la prensa “de que todo llegase a Sevilla sin deterioro y que los sufridos al regreso sean insignificantes y con facilidad reparables”. [16]

Tras su reintegro a nuestra población el retablo permaneció desmontado durante largos años, en lugar de ser armado de nuevo en su ubicación original. Hubo, probablemente, dos razones que propiciaron el almacenamiento del retablo, en vez de procederse a la reinstalación en su anterior emplazamiento. La primera y más obvia de estas razones sería la inconveniencia de la ermita como repositorio, dado su estado de abandono, y el posible propósito de hallar una localización adecuada dentro de la Iglesia parroquial.

Ermita de San Esteban, "Centauro", 1925.
La otra razón para que la devolución del retablo pasara desapercibida se debe, probablemente, a motivaciones de política local. En enero de 1930 dimitía el general Miguel Primo de Rivera como presidente del Consejo de Ministros, de manera que tras siete años de Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930) se daba paso a la breve Dictablanda del general Berenguer (1930-1931). El cambio político supuso, también, una renovación en las autoridades locales de la provincia en torno al mes de abril de 1930. Esta sustitución de los cargos locales afines a la “Unión Patriótica” de Primo de Rivera no estuvo exenta de enfrentamientos en localidades como Cenizate. En julio de 1930 el periódico “El Diario de Albacete”, partidario del extinto régimen de Primo de Rivera, denunciaba en relación con Cenizate “la deplorable situación en que dicho pueblo se halla colocado por la desastrosa administración y vesánica conducta de los que hoy regentan la administración municipal y sus inspiradores”. Unos días después, el diario filoliberal “Defensor de Albacete” volvía el argumento del revés, afirmando que “si hay algo en Cenizate que merezca el calificativo de desastroso es la actuación de su último Ayuntamiento”. Este mismo diario exponía, además, que difícilmente podía el nuevo consistorio ser responsable de una mala administración cuando se daba la circunstancia de que “no más hace que veinte días, pudo conseguirse que el anterior Alcalde y Depositario de dicho pueblo, cuya actuación en su cargo cesó hace tres meses, entregaron las llaves del edificio y caja municipales y rindieron la cuenta de tesorería”. En este contexto de conflicto político, no resulta extraño concebir que la reintegración del retablo de San Esteban a su lugar de origen, una vez concluida la Exposición sevillana en junio de 1930, habría de pasar desapercibida para las enfrentadas autoridades locales del momento. [17]

6.- LOS PRINCIPALES DAÑOS DEL RETABLO. Años después, a la conclusión de  la Guerra Civil, el retablo sería finalmente ensamblado en la Iglesia parroquial; en esta operación habrían de incorporarse al conjunto las tablas del zócalo o sotabanco, que no se habían incluido en el montaje sevillano. Posteriormente, en 1999, el retablo sería restaurado e instalado en su actual ubicación en el mismo templo parroquial; en esta ocasión, se incorporaría una reproducción de la leyenda inscrita en el muro de la ermita con el texto "ESTE RETABLO SE DORÓ AÑO DE 1712 ….”. El resto de las pinturas murales que enmarcaban el retablo en su ubicación original en la ermita, evidentemente, no se reprodujeron, privando así al restaurado retablo de un aspecto de su contexto artístico original.

La creencia popular local ha sido que el retablo perdió una columna en su viaje de vuelta desde Sevilla; sin embargo, los estudiosos del retablo han contradicho esta opinión, argumentando que esta ausencia de una columna ya era evidente en las fotografías previas anteriores al traslado de la obra a la Exposición de 1929. [18]

Detalle previo a restauración donde se aprecian la rotura de la corona del martirio que porta el ángel y la falta de una santa a izquierda de la escena de la lapidación (Daños Nº 1 y 3).
En nuestra opinión, ambas posturas podrían estar igualmente justificadas y resultar compatibles, ya que ciertamente una columna ya había desaparecido antes de 1929 y otra, además, hubo de hacerlo después del evento sevillano, según se comprueba en la serie de fotografías históricas que hemos presentado. En efecto, gracias a las  fotografías y documentos que hasta aquí hemos examinado, es posible reconstruir cronológicamente la secuencia de los daños del retablo hasta su restauración en 1999:

DAÑO Nº 1. LA CORONA DEL MARTIRIO. En la descripción del retablo contenida en el Acta de su entrega para la Exposición de Sevilla, se indica el siguiente desperfecto: “El ángel que trae la corona en el martirio de San Esteban fáltale el medio brazo izquierdo y mitad de la corona”. En la restauración de 1999 se reintegraron volumétricamente ambos detalles desaparecidos en el relieve del martirio del santo.
  
DAÑO Nº 2. LA COLUMNA DEL EXTREMO DERECHO DEL RETABLO. En el mismo informe del Acta de entrega se pasó por alto señalar otro desperfecto apreciable con una simple observación de las  fotografías de 1925 y 1929, previas al traslado del retablo a Sevilla. Se trata de la columna o estípite del extremo derecho (epístola) del cuerpo central del retablo, que debería hacer pareja con el estípite del exterior izquierdo que representa a una santa con los pechos cortados.

DAÑO Nº 3. LA IMAGEN DE UNA SANTA A LA IZQUIERDA DEL SAGRARIO. En la comparación entre la segunda fotografía sevillana del retablo y su estado de conservación inmediatamente anterior a la restauración de 1999, puede apreciarse una nueva pérdida de un detalle de la obra. Se trata, en este caso, de la desaparición de la imagen de una santa que estaría situada a la izquierda (evangelio) del bajorrelieve del martirio de San Esteban en el sagrario. Esta imagen hacía pareja con la  imagen similar conservada de una santa sin identificar, situada en el flanco derecho de la escena de lapidación del santo. La imagen que falta debió, con seguridad, desaparecer con posterioridad a la Exposición sevillana.

Santa Cecilia ocupando la posición de Santa Bárbara (Daño Nº 4).
DAÑO Nº 4. INTERCAMBIO EN LAS POSICIONES DE LAS IMÁGENES DE DOS SANTAS. En todas las imágenes antiguas del retablo puede apreciarse que la columna con la imagen de Santa Bárbara se encontraba a la derecha de la hornacina del santo titular, mientras que la imagen de Santa Cecilia ocupaba idéntica posición en el lado izquierdo. Sin embargo, en la actualidad, ambas estípites ocupan ubicaciones intercambiadas respecto de sus posiciones iniciales. Sin duda, en alguna de las ocasiones en que se montó el retablo en la Iglesia parroquial, después de su regreso de Sevilla, habría de quedar alterado el orden de ambas imágenes de santas. 

De esta serie de cuatro daños, carencias o alteraciones del retablo, tan sólo la tercera de ellas podría atribuirse a las operaciones derivadas del traslado a la Exposición Iberoamericana, ya que está documentado fotográficamente que los restantes daños o bien fueron anteriores o bien posteriores al evento sevillano. En cualquier caso, pese a estas pérdidas o modificaciones del retablo y su contexto original, debemos congratularnos de haber conservado esta magnífica pieza artística, con cuyo conocimiento, cuidado y protección  debemos sentirnos comprometidos.

[1] La bibliografía básica consultada sobre el retablo de San Esteban incluye las siguientes referencias: LUIS GUILLERMO GARCÍA-SAÚCO BELÉNDEZ: "Patrimonio artístico albacetense en la Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929" en pp. 5-66 de la Revista "Al-Basit", nº 25, 1989; CONCEPCIÓN DE LA PEÑA VELASCO: El Retablo barroco en la antigua diócesis de Murcia (1670-1785). Murcia. 1992; JUAN MANUEL PÉREZ GONZÁLEZ: “Retablo de San  Esteban. Memoria de la restauración”. 1999; JESÚS VALERA HONRUBIA: "El retablo de San Esteban", en pp. 41-58 de la Revista "Zenizate", nº 3. 2003: ISIDRO MARTÍNEZ GARCÍA: “Estudio histórico de la ermita de San Esteban”, en pp. 9-40 de la Revista Zenizate nº 3, 2003; JOSÉ SÁNCHEZ FERRER: pp. 93-114  de Estudio  artístico de las iglesias de Cenizate. Instituto de Estudios Albacetenses. 2006.
[2] En 1677 se instituye la Pía memoria de Ana Morales e hijos y, entre los bienes sobre los que se carga la fundación de una capellanía, se encuentra un bancal "de ocho alms linde tierras de sn esteban" (Libro AHN-133, Pía memoria número 39).
[3] Cuentas de 1801 y 1803  del libro AHN-136.             
[4] ISIDRO MARTÍNEZ GARCÍA: “La Cofradía de Santa Ana a finales del siglo XVIII y principios del XIX (1773-1806)”, en pp. 5-62 de la Revista Zenizate, nº 7, 2007.
[5] Anotación suelta en las  primeras páginas del libro CEN-26 del Archivo Histórico Diocesano de Albacete.
[6] Datos procedentes de los libros AHN-136, CEN-7, CEN-29 y CEN-33, según ISIDRO MARTÍNEZ GARCÍA: “Estudio histórico de la ermita de San Esteban”, en pp. 9-40 de la Revista Zenizate nº 3
[7] El original de esta imagen se conserva en el Archivo fotográfico del Instituto de Estudios Albacetenses, catalogado con el número de registro 02068.
[8] La cesión de los bienes artísticos eclesiásticos para la Exposición sevillana se realizó observando una serie de garantías y prevenciones impuestas por el Obispado murciano. La primera condición comunicada en circulares a los párrocos de lugares afectados por la solicitud de piezas artísticas consistía en que no debía concederse el permiso en caso de encontrar “abierta oposición por parte del vecindario o de las Autoridades locales”. Otras condiciones se referían a la obligación de suscribir actas de entrega donde se plasmase claramente la descripción del objeto cedido, las condiciones de cesión temporal, la tasación del valor del objeto con su correspondiente seguro para cubrir eventuales riesgos, etc. En la nota episcopal, asimismo, se hacía hincapié en que el acta de préstamo se acompañase de “una fotografía bien detallada de los objetos que se entreguen y lo mismo las actas que las fotografías habrán de estar  firmadas por el representante legal de la Exposición que reciba los objetos, por las Autoridades locales y por V. (el párroco)”.
[9] Se trata, por cierto, de un sello de cierto interés histórico, ya que aparece en diversa documentación parroquial conservada en el Archivo Diocesano de Albacete correspondiente aproximadamente al período 1856-1932. En este ovalado sello puede apreciarse la imagen de la Virgen con el Niño en brazos, rodeados ambos por la leyenda siguiente: "PAQª DE Nª Sª DE LAS NIEVES DE LA VILLA DE CENIZATE. OBISPº DE CARTAGª".Podría tratarse del sello de bronce cuyo coste de 88 reales quedó reflejado en  las cuentas de fábrica parroquiales de 1853-54 (Libro CEN-29 del Archivo Diocesano de Albacete).
[10] En la Causa General de Cenizate instruida en 1939, se registra el expolio de una imagen de San Esteban “de valor artístico” (AHN-SCGC), leg. 1016, pieza 10, páginas 67-68).
[11] Isidoro de la Cierva, “El Reino de Murcia (Murcia-Albacete) en la Exposición Ibero-Americana de Sevilla” en “Boletín del Museo de Bellas Artes de Murcia”, números 7-8, 1929, páginas 58-64.
[12] “El Reino de Murcia (Murcia-Albacete) en la Exposición Ibero-Americana de Sevilla (Pabellón Mudéjar de Arte Antiguo”, Murcia, 1929.
[13] En la web de la Fototeca de la Universidad de Sevilla http://fototeca.us.es/index.jsp , la imagen del retablo está clasificada en la sección de Varios y catalogada con el número 4-4787.
[14] “El Liberal de Murcia”, 1 de mayo de 1929. La misma nota se repite en  “La Verdad de Murcia”, 8 de mayo de 1929.
[15] “El Diario de Albacete”, 4 de junio de 1929.
[16] Isidoro de la Cierva, “El Reino de Murcia (Murcia-Albacete) en la Exposición Ibero-Americana de Sevilla” en “Boletín del Museo de Bellas Artes de Murcia”, números 7-8, 1930, páginas 58-64.
[17] “El Diario de Albacete”, 5 de julio de 1930 y “Defensor de Albacete”, 16 de julio de 1930.
[18] Así, por ejemplo, el restaurador Pérez González indica en su Memoria de restauración lo siguiente: “Comentan lo más viejos del lugar que la figura volvió de Sevilla sin uno de sus cariátides o estípites, pero lo cierto es que esta  columna ya faltaba en el año 1929 como se aprecia en la fotografía que se conserva del retablo todavía en la Ermita”.