Lapidación de San Esteban (detalle) |
En este año 2012 se cumple el tercer
centenario del dorado del magnífico retablo de San Esteban conservado en la
Iglesia parroquial de Cenizate, después de una azarosa existencia que le ha
llevado desde su ubicación original en la ermita del santo hasta su actual
emplazamiento, pasando por su traslado y participación en la Exposición
Iberoamericana de Sevilla de 1929.
Para conmemorar esta efeméride, reproducimos, a continuación, un resumen del artículo que Jesús Valera Honrubia publicó sobre “El retablo de San Esteban” en 2003, en el número 3 de la revista Zenizate.
[i]
1.- CRONOLOGÍA Y AUTORÍA. En el caso del retablo de San
Esteban, de momento, no se han encontrado referencias documentales que permitan
determinar su cronología. Sin embargo, contamos con el testimonio de una
inscripción mural en la ermita que señala el año 1712 como la fecha en que se
doró el retablo: “ESTE RETABLO SE DORO AÑO DE 1712 SIENDO MAIORDOMO D. BENITO GARCÍA
GARIDO”.
Por tanto, la ejecución del retablo
es, lógicamente, anterior a esta fecha. ¿Cuál fue la diferencia de tiempo entre
la realización y el dorado? Es difícil precisar, pues la operación del dorado
era la última fase de la realización de un retablo y su ejecución dependía de
las disponibilidades económicas del cliente, pudiendo transcurrir años entre
una fase y la otra. En opinión del
restaurador del retablo, Juan Manuel Pérez González, este retablo de estilo
barroco debió realizarse entre 1705 y 1710.
En cuanto al autor de esta obra de
arte nada se puede, de momento, probar documentalmente. Sin embargo, según el
historiador del arte Luis Guillermo García-Saúco Beléndez y el restaurador Juan
Manuel Pérez González, un análisis del
estilo y técnica empleada en la ejecución permite adscribir este retablo al
círculo de Marcos Evangelio, vecino de Ledaña.
Esta atribución se basa en una serie
de paralelismos formales (arcos
segmentados, hojarasca ornamental y el uso de estípites con forma humana) entre este retablo y el
retablo de la parroquia de San Blas de Villarrobledo, ajustado en 1715 por
Marcos Evangelio. Este mismo maestro, en 1737, realiza un contrato para la
ejecución de la tribuna del órgano de la iglesia de Lezuza (Albacete). Por tanto, si se acepta la cronología de
realización del restaurador estaríamos, en el caso de Cenizate, ante una obra
de la primera etapa de este maestro.
En la documentación relativa a la
contratación del retablo de San Blas de Villarrobledo aparece citado Joseph
Artigao como maestro escultor y vecino de la villa de Ledaña. Este mismo nombre
se cita en una rendición de cuentas de 1712 en el libro de fábricas CEN-12 de
la iglesia de Cenizate, referida a los gastos e ingresos del período 1708-1711.
En esta anotación, Joseph Artigao consta como el encargado de realizar una
puerta para el archivo y alacena de la iglesia: “treinta y nuebe reales y
veinte y dos maravedis que tubo de costo una puerta de alazena y archivo que se
ha hecho para dicha Yglesia (…) Consta por Carta de pago de Joseph Artigao,
Maestro de escultor”.
Podemos, así, suponer, indirectamente
documentada la presencia del maestro
Marcos Evangelio en nuestra población, en relación con el retablo de San
Esteban, gracias a este apunte contable que sitúa a un colaborador suyo, Joseph
Artigao, desempeñando trabajos menores para nuestra iglesia en los años
inmediatamente anteriores a 1712.
2.- ESTRUCTURA. La ubicación inicial era el presbiterio o cabecera de
la ermita de San Esteban, orientada al Este como es habitual en estas
construcciones religiosas. La forma del retablo se adapta perfectamente a las
dimensiones y arco de medio punto de este espacio físico. Construido en
madera de pino, el retablo está formado en altura por tres partes: el banco, el
cuerpo principal y el ático. Tiene unas dimensiones de cinco metros de alto por
cinco de anchura.
a) Banco. El banco o parte inferior descansa sobre unos bajantes o
pies que apoyan directamente sobre el suelo y permiten elevar el retablo a la
altura del altar. Estos pies o bajantes imitan mármoles y jaspeados con total
ausencia de dorado. El elemento central del banco es un relieve con la
representación de la escena de la lapidación de San Esteban, que se enmarca mediante dos estípites
antropomorfos (doncellas), de los que uno ha desaparecido, flanqueados por San
Francisco de Asís y San Antonio de Padua.
b) Cuerpo principal. Una cornisa dorada separa esta parte inferior del
cuerpo principal, que está formado por tres calles, una central y dos
paralelas. Las calles están delimitadas en cada lado por estípites
antropomorfos que representan a las cinco santas que describimos en el
siguiente capítulo. Las dos calles laterales tienen forma de hornacina
poligonal sobre las que habría dos esculturas religiosas que no se han
conservado hasta nuestros días. La calle central se eleva sobre la altura de
las laterales y en su hornacina poligonal se colocaría la figura del santo
titular, hoy desaparecida.
c) Ático. De nuevo una cornisa, adaptada al desnivel de las tres
calles del retablo, separa este parte del ático o remate superior. Aquí también
aparece una hornacina poligonal enmarcada por dos columnas salomónicas o de
fuste en espiral. Dos aletones, precedidos de dos jarrones con flores, cierran
el esquema del ático. Un arco de medio punto, a modo de guardapolvo, cubre el
espacio dejado entre el desnivel de las tres calles del cuerpo y entre éstas y
el ático, adquiriendo una función integradora de la totalidad de la estructura
del retablo. Este arco, a su vez, serviría para la adaptar el retablo al
presbiterio o cabecera de la ermita de San Esteban. El interior de este arco
presenta una decoración de motivos vegetales pintados con la técnica pictórica
del temple, junto a otros motivos vegetales centrales en relieve y dorados.
3.- PROGRAMA ICONOGRÁFICO. Examinaremos el programa
iconográfico en varios apartados:
a) Imágenes colocadas en las
hornacinas. La advocación principal del retablo
es San Esteban, que fue uno de los siete diáconos ordenados por los Apóstoles
para que les ayudaran en su labor evangelizadora. En la única foto conservada
del retablo donde aparece la imagen de San Esteban, sólo podemos apreciar la característica
figura de un santo imberbe, que viste la tradicional dalmática de los diáconos,
sosteniendo un libro en su mano izquierda mientras la derecha parece señalar al
cielo.
Ignoramos la advocación de las otras
esculturas que debían ocupar las hornacinas del ático y de las calles
laterales. Estas imágenes ni siquiera aparecen en las fotografías antiguas del
retablo en su ubicación original. Evidentemente, las esculturas religiosas
colocadas actualmente en las hornacinas no son las imágenes originales del
retablo.
b) El relieve de la lapidación del santo. En el centro del banco del retablo
se aprecia un relieve que representa el episodio de la lapidación del santo a
manos de tres soldados, hecho que es observado por dos personajes a caballo,
uno de los cuales sostiene una bandera con la abreviatura latina S.P.Q.R. San
Esteban se encuentra arrodillado con la vista clavada en la parte superior del
relieve donde se abre una especie de mandorla, coronada por la paloma del
Espíritu Santo, que alberga en su interior a Dios padre y a Cristo en actitud
de imponer las manos a un niño que simboliza el alma de San Esteban.
Entre la mandorla y el santo aparece
la figura de un ángel en ademán de coronar a San Esteban. Este conjunto
presenta como fondo una ciudad amurallada que es la representación de
Jerusalén, en cuyos arrabales tuvo lugar la lapidación. En el relieve, los
perseguidores del santo se transforman en soldados romanos, cuando en realidad
fueron los propios judíos los que lapidaron a San Esteban. Esta escena tiene un
claro valor didáctico para los fieles de la época que, de esta gráfica manera,
aprenderían y asimilarían el pasaje bíblico del martirio.
c) Santos franciscanos. El relieve estaría originalmente enmarcado
lateralmente por sendos estípites antropomorfos femeninos y las figuras de los
monjes franciscanos San Antonio de Padua (derecha) y San Francisco de Asís (izquierda).
En el lado izquierdo, sin embargo, no se conserva el estípite antropomorfo.
San Francisco aparece representado
con el hábito tradicional y cordón a la cintura de esta orden religiosa. En su
mano izquierda sostiene el símbolo del martirio de Cristo, la Cruz.
San Antonio de Padua se representa
con el hábito franciscano y sujetando con una mano al Niño Jesús y con la otra
un tallo de azucenas. En la parroquia de Cenizate cuenta San Antonio con un
retablo propio que, actualmente, se ubica en el presbiterio de la iglesia.
d) Santas mártires. El cuerpo del retablo presentaría originalmente seis
soportes o estípites con figuras femeninas o bustos, de los que falta uno, y
que son la representación de santas de controvertida identificación. El Acta de
entrega del retablo para la Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929 indica
que se trata de Santa Inés, Santa Cecilia, Santa Lucía, Santa Margarita de
Cortona y Santa Bárbara. Autores posteriores como Concepción de la Peña Velasco
o el restaurador Juan Manuel Pérez González, sin embargo, han propuesto
identificaciones diferentes para estas imágenes.
Por nuestra parte, a partir de un
análisis de los atributos representados, planteamos, de izquierda a derecha, la
siguiente identificación de estas santas mártires:
1.- Santa Águeda. La primera figura, empezando por la izquierda, muestra el
busto de una joven con los pechos seccionados, signos que corresponden al
martirio sufrido por Santa Águeda.
2.- Santa Bárbara. La siguiente columna representa una joven de cuerpo entero
que se apoya sobre una torre con tres ventanas.
Este atributo identifica de manera inequívoca a la escultura como Santa
Bárbara.
3.- Santa Lucía. Santa Lucía es la tercera figura, representada de cuerpo
entero, con sus atributos característicos, dos ojos que lleva en una bandeja.
4.- Santa Quiteria. La cuarta figura, también de cuerpo entero, es de
dudosa atribución y se puede identificar con Santa Margarita de Cortona como
ocurre en el Acta de entrega del retablo para la Exposición Iberoamericana de
Sevilla (1929) o con Santa Quiteria. La identificación de esta cuarta figura
parece más acertada con Santa Quiteria debido no sólo al atributo canino sino
también al elemento común de la virginidad con el resto de las santas del
retablo.
5.- Santa Cecilia. La quinta figura corresponde a Santa Cecilia que aparece
representada de cuerpo entero junto a un arpa.
6.- Santa desconocida. La sexta figura no se conserva actualmente ni tampoco
se aprecia en la fotografía del retablo tomada en 1929, cuando el retablo todavía
se hallaba en la ermita de San Esteban. Podemos suponer que sería la
representación del busto de una santa para mantener la simetría en la
estructura del retablo.
La representación de estas santas
tiene un elemento común en sus hagiografías o relato de sus vidas. Se trata de
la conservación de la virginidad como signo de pureza en la consagración a
Dios.
4.- ASPECTOS ESTILÍSTICOS. En cuanto al estilo del
retablo destacaremos los siguientes aspectos:
a) Estípites antropomorfos. Del conjunto artístico de este retablo los especialistas
coinciden en resaltar el valor de sus estípites antropomorfos o con forma
humana. Están realizados en una sola pieza, siendo su gran valor el decorativo
dentro de una aparente función de soporte o tectónica. De estos elementos se
destaca el atrevimiento técnico que supone su ejecución en una sola pieza con
un estrechamiento agudo en la zona media que coincide, aproximadamente,
con la cintura de las santas.
b) Dorado y corlado del retablo. En relación con el dorado se debe citar la opinión que
el restaurador, Juan Manuel Pérez González, indica en su memoria. “El
dorado, bruñido y troquelados se realizaron al modo tradicional, habiéndose
utilizado oro fino y policromías al temple de huevo, sin proteger. El dorado es
da una gran calidad realizado con un oro anaranjado, así como los brocados y
troquelados”.
En cuanto al altar, el ya citado
restaurador, indica que técnicamente es distinto del retablo y forma un
elemento independiente que se integra en la parte central del retablo por
necesidades de la liturgia. Este altar, al igual que las bajantes o pies del
retablo, aparece decorado con imitaciones de mármoles y jaspeados y con el uso
de plata corlada. La corladura es un barniz que aplicado sobre una superficie
plateada y bruñida consigue la apariencia de dorado. Por tanto, se trata de una
técnica que abaratando el coste consigue el mismo efecto visual.
c) Decoración mural. Este retablo, adaptado perfectamente al marco
arquitectónico del presbiterio o cabecera de la ermita de San Esteban, se
encontraba rodeado de una decoración pictórica mural con motivos vegetales que
ocupaba la parte interna o intradós del arco de medio punto en profundidad que
daba forma al presbiterio.
Asimismo, en el frente del arco se
encontraba la ya citada inscripción que alude a la operación de dorado del
retablo en 1712 y que se ha reproducido, con un acertado criterio didáctico, en
la ubicación actual del retablo pero con una pequeña diferencia ortográfica en
relación con el original: GARRIDO cuando en la ermita indicaba GARIDO. Esta
decoración mural de la ermita de San Esteban actualmente se encuentra oculta
tras una capa de encalado.
Jesús Valera Honrubia
[i] Jesús Valera Honrubia, "El retablo de San Esteban", número 3 de la Revista
"Zenizate", 2003.
Se
citan también los siguientes estudios sobre el retablo:
-
Juan Manuel Pérez González, Memoria de
la restauración del retablo de San Esteban, 1999.
-
Concepción de la Peña Velasco, El
Retablo barroco en la antigua diócesis de Murcia (1670-1785), 1992.
-
Luis Guillermo García-Saúco Beléndez, "Patrimonio
artístico albacetense en la Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929"
, número 25 de la Revista "Al-Basit", Instituto de Estudios
Albacetenses, 1989.