jueves, 27 de diciembre de 2012

Tercer centenario del retablo de San Esteban



Lapidación de San Esteban (detalle)
En este año 2012 se cumple el tercer centenario del dorado del magnífico retablo de San Esteban conservado en la Iglesia parroquial de Cenizate, después de una azarosa existencia que le ha llevado desde su ubicación original en la ermita del santo hasta su actual emplazamiento, pasando por su traslado y participación en la Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929.


1.- CRONOLOGÍA Y AUTORÍA. En el caso del retablo de San Esteban, de momento, no se han encontrado referencias documentales que permitan determinar su cronología. Sin embargo, contamos con el testimonio de una inscripción mural en la ermita que señala el año 1712 como la fecha en que se doró el retablo: “ESTE RETABLO SE DORO AÑO DE 1712 SIENDO MAIORDOMO D. BENITO GARCÍA GARIDO”.

Por tanto, la ejecución del retablo es, lógicamente, anterior a esta fecha. ¿Cuál fue la diferencia de tiempo entre la realización y el dorado? Es difícil precisar, pues la operación del dorado era la última fase de la realización de un retablo y su ejecución dependía de las disponibilidades económicas del cliente, pudiendo transcurrir años entre una fase y la otra. En opinión del restaurador del retablo, Juan Manuel Pérez González, este retablo de estilo barroco debió realizarse entre 1705 y 1710.

En cuanto al autor de esta obra de arte nada se puede, de momento, probar documentalmente. Sin embargo, según el historiador del arte Luis Guillermo García-Saúco Beléndez y el restaurador Juan Manuel Pérez González, un análisis del estilo y técnica empleada en la ejecución permite adscribir este retablo al círculo de Marcos Evangelio, vecino de Ledaña.

Esta atribución se basa en una serie de paralelismos formales (arcos segmentados, hojarasca ornamental y el uso de estípites  con forma humana) entre este retablo y el retablo de la parroquia de San Blas de Villarrobledo, ajustado en 1715 por Marcos Evangelio. Este mismo maestro, en 1737, realiza un contrato para la ejecución de la tribuna del órgano de la iglesia de Lezuza (Albacete).  Por tanto, si se acepta la cronología de realización del restaurador estaríamos, en el caso de Cenizate, ante una obra de la primera etapa de este maestro.

En la documentación relativa a la contratación del retablo de San Blas de Villarrobledo aparece citado Joseph Artigao como maestro escultor y vecino de la villa de Ledaña. Este mismo nombre se cita en una rendición de cuentas de 1712 en el libro de fábricas CEN-12 de la iglesia de Cenizate, referida a los gastos e ingresos del período 1708-1711. En esta anotación, Joseph Artigao consta como el encargado de realizar una puerta para el archivo y alacena de la iglesia: “treinta y nuebe reales y veinte y dos maravedis que tubo de costo una puerta de alazena y archivo que se ha hecho para dicha Yglesia (…) Consta por Carta de pago de Joseph Artigao, Maestro de escultor”.

Podemos, así, suponer, indirectamente documentada la presencia del maestro Marcos Evangelio en nuestra población, en relación con el retablo de San Esteban, gracias a este apunte contable que sitúa a un colaborador suyo, Joseph Artigao, desempeñando trabajos menores para nuestra iglesia en los años inmediatamente anteriores a 1712.

2.- ESTRUCTURA. La ubicación inicial era el presbiterio o cabecera de la ermita de San Esteban, orientada al Este como es habitual en estas construcciones religiosas. La forma del retablo se adapta perfectamente a las dimensiones y arco de medio punto de este espacio físico. Construido en madera de pino, el retablo está formado en altura por tres partes: el banco, el cuerpo principal y el ático. Tiene unas dimensiones de cinco metros de alto por cinco de anchura.

a) Banco. El banco o parte inferior descansa sobre unos bajantes o pies que apoyan directamente sobre el suelo y permiten elevar el retablo a la altura del altar. Estos pies o bajantes imitan mármoles y jaspeados con total ausencia de dorado. El elemento central del banco es un relieve con la representación de la escena de la lapidación de San Esteban,  que se enmarca mediante dos estípites antropomorfos (doncellas), de los que uno ha desaparecido, flanqueados por San Francisco de Asís y San Antonio de Padua.

b) Cuerpo principal. Una cornisa dorada separa esta parte inferior del cuerpo principal, que está formado por tres calles, una central y dos paralelas. Las calles están delimitadas en cada lado por estípites antropomorfos que representan a las cinco santas que describimos en el siguiente capítulo. Las dos calles laterales tienen forma de hornacina poligonal sobre las que habría dos esculturas religiosas que no se han conservado hasta nuestros días. La calle central se eleva sobre la altura de las laterales y en su hornacina poligonal se colocaría la figura del santo titular, hoy desaparecida.

c) Ático. De nuevo una cornisa, adaptada al desnivel de las tres calles del retablo, separa este parte del ático o remate superior. Aquí también aparece una hornacina poligonal enmarcada por dos columnas salomónicas o de fuste en espiral. Dos aletones, precedidos de dos jarrones con flores, cierran el esquema del ático. Un arco de medio punto, a modo de guardapolvo, cubre el espacio dejado entre el desnivel de las tres calles del cuerpo y entre éstas y el ático, adquiriendo una función integradora de la totalidad de la estructura del retablo. Este arco, a su vez, serviría para la adaptar el retablo al presbiterio o cabecera de la ermita de San Esteban. El interior de este arco presenta una decoración de motivos vegetales pintados con la técnica pictórica del temple, junto a otros motivos vegetales centrales en relieve y dorados.

3.- PROGRAMA ICONOGRÁFICO. Examinaremos el programa iconográfico en varios apartados:

a) Imágenes colocadas en las hornacinas. La advocación principal del retablo es San Esteban, que fue uno de los siete diáconos ordenados por los Apóstoles para que les ayudaran en su labor evangelizadora. En la única foto conservada del retablo donde aparece la imagen de San Esteban, sólo podemos apreciar la característica figura de un santo imberbe, que viste la tradicional dalmática de los diáconos, sosteniendo un libro en su mano izquierda mientras la derecha parece señalar al cielo.

Ignoramos la advocación de las otras esculturas que debían ocupar las hornacinas del ático y de las calles laterales. Estas imágenes ni siquiera aparecen en las fotografías antiguas del retablo en su ubicación original. Evidentemente, las esculturas religiosas colocadas actualmente en las hornacinas no son las imágenes originales del retablo.

b) El relieve de la lapidación del santo. En el centro del banco del retablo se aprecia un relieve que representa el episodio de la lapidación del santo a manos de tres soldados, hecho que es observado por dos personajes a caballo, uno de los cuales sostiene una bandera con la abreviatura latina S.P.Q.R. San Esteban se encuentra arrodillado con la vista clavada en la parte superior del relieve donde se abre una especie de mandorla, coronada por la paloma del Espíritu Santo, que alberga en su interior a Dios padre y a Cristo en actitud de imponer las manos a un niño que simboliza el alma de San Esteban.

Entre la mandorla y el santo aparece la figura de un ángel en ademán de coronar a San Esteban. Este conjunto presenta como fondo una ciudad amurallada que es la representación de Jerusalén, en cuyos arrabales tuvo lugar la lapidación. En el relieve, los perseguidores del santo se transforman en soldados romanos, cuando en realidad fueron los propios judíos los que lapidaron a San Esteban. Esta escena tiene un claro valor didáctico para los fieles de la época que, de esta gráfica manera, aprenderían y asimilarían el pasaje bíblico del martirio.

c) Santos franciscanos. El relieve estaría originalmente enmarcado lateralmente por sendos estípites antropomorfos femeninos y las figuras de los monjes franciscanos San Antonio de Padua (derecha) y San Francisco de Asís (izquierda). En el lado izquierdo, sin embargo, no se conserva el estípite antropomorfo.

San Francisco aparece representado con el hábito tradicional y cordón a la cintura de esta orden religiosa. En su mano izquierda sostiene el símbolo del martirio de Cristo, la Cruz.

San Antonio de Padua se representa con el hábito franciscano y sujetando con una mano al Niño Jesús y con la otra un tallo de azucenas. En la parroquia de Cenizate cuenta San Antonio con un retablo propio que, actualmente, se ubica en el presbiterio de la iglesia.

d) Santas mártires. El cuerpo del retablo presentaría originalmente seis soportes o estípites con figuras femeninas o bustos, de los que falta uno, y que son la representación de santas de controvertida identificación. El Acta de entrega del retablo para la Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929 indica que se trata de Santa Inés, Santa Cecilia, Santa Lucía, Santa Margarita de Cortona y Santa Bárbara. Autores posteriores como Concepción de la Peña Velasco o el restaurador Juan Manuel Pérez González, sin embargo, han propuesto identificaciones diferentes para estas imágenes.

Por nuestra parte, a partir de un análisis de los atributos representados, planteamos, de izquierda a derecha, la siguiente identificación de estas santas mártires:

1.- Santa Águeda. La primera figura, empezando por la izquierda, muestra el busto de una joven con los pechos seccionados, signos que corresponden al martirio sufrido por Santa Águeda.

2.- Santa Bárbara. La siguiente columna representa una joven de cuerpo entero que se apoya sobre una torre con tres ventanas.  Este atributo identifica de manera inequívoca a la escultura como Santa Bárbara.

3.- Santa Lucía. Santa Lucía es la tercera figura, representada de cuerpo entero, con sus atributos característicos, dos ojos que lleva en una bandeja.

4.- Santa Quiteria. La cuarta figura, también de cuerpo entero, es de dudosa atribución y se puede identificar con Santa Margarita de Cortona como ocurre en el Acta de entrega del retablo para la Exposición Iberoamericana de Sevilla (1929) o con Santa Quiteria. La identificación de esta cuarta figura parece más acertada con Santa Quiteria debido no sólo al atributo canino sino también al elemento común de la virginidad con el resto de las santas del retablo.

5.- Santa Cecilia. La quinta figura corresponde a Santa Cecilia que aparece representada de cuerpo entero junto a un arpa.

6.- Santa desconocida. La sexta figura no se conserva actualmente ni tampoco se aprecia en la fotografía del retablo tomada en 1929, cuando el retablo todavía se hallaba en la ermita de San Esteban. Podemos suponer que sería la representación del busto de una santa para mantener la simetría en la estructura del retablo. 

La representación de estas santas tiene un elemento común en sus hagiografías o relato de sus vidas. Se trata de la conservación de la virginidad como signo de pureza en la consagración a Dios.

4.- ASPECTOS ESTILÍSTICOS. En cuanto al estilo del retablo destacaremos los siguientes aspectos:

a) Estípites antropomorfos. Del conjunto artístico de este retablo los especialistas coinciden en resaltar el valor de sus estípites antropomorfos o con forma humana. Están realizados en una sola pieza, siendo su gran valor el decorativo dentro de una aparente función de soporte o tectónica. De estos elementos se destaca el atrevimiento técnico que supone su ejecución en una sola pieza con un estrechamiento agudo en la zona media que coincide, aproximadamente, con  la cintura de las santas.

b) Dorado y corlado del retablo. En relación con el dorado se debe citar la opinión que el restaurador, Juan Manuel Pérez González, indica en su memoria. “El dorado, bruñido y troquelados se realizaron al modo tradicional, habiéndose utilizado oro fino y policromías al temple de huevo, sin proteger. El dorado es da una gran calidad realizado con un oro anaranjado, así como los brocados y troquelados”.

En cuanto al altar, el ya citado restaurador, indica que técnicamente es distinto del retablo y forma un elemento independiente que se integra en la parte central del retablo por necesidades de la liturgia. Este altar, al igual que las bajantes o pies del retablo, aparece decorado con imitaciones de mármoles y jaspeados y con el uso de plata corlada. La corladura es un barniz que aplicado sobre una superficie plateada y bruñida consigue la apariencia de dorado. Por tanto, se trata de una técnica que abaratando el coste consigue el mismo efecto visual.

c) Decoración mural. Este retablo, adaptado perfectamente al marco arquitectónico del presbiterio o cabecera de la ermita de San Esteban, se encontraba rodeado de una decoración pictórica mural con motivos vegetales que ocupaba la parte interna o intradós del arco de medio punto en profundidad que daba forma al presbiterio.

Asimismo, en el frente del arco se encontraba la ya citada inscripción que alude a la operación de dorado del retablo en 1712 y que se ha reproducido, con un acertado criterio didáctico, en la ubicación actual del retablo pero con una pequeña diferencia ortográfica en relación con el original: GARRIDO cuando en la ermita indicaba GARIDO. Esta decoración mural de la ermita de San Esteban actualmente se encuentra oculta tras una capa de encalado.
Jesús Valera Honrubia


[i] Jesús Valera Honrubia, "El retablo de San Esteban", número 3 de la Revista "Zenizate", 2003.
Se citan también los siguientes estudios sobre el retablo:
- Juan Manuel Pérez González, Memoria de la restauración del retablo de San Esteban, 1999.
- Concepción de la Peña Velasco, El Retablo barroco en la antigua diócesis de Murcia (1670-1785), 1992.
- Luis Guillermo García-Saúco Beléndez, "Patrimonio artístico albacetense en la Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929" , número 25 de la Revista "Al-Basit", Instituto de Estudios Albacetenses, 1989.